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En todas las precampañas y documentos de los candidatos enfatizan que el Gobierno Federal es origen y solución a todos los problemas económicos del país, pero nadie atiende al mercado y los abusos y sobreprecios que existen en productos y servicios que trasquilan la capacidad de compra de los mexicanos.

Es verdad que existen muchos problemas con el dispendio y poca claridad en el destino y ejercicio de los recursos de los programas federales y estatales, es verdad que existe una lenta justicia a miles de hechos de corrupción comprobada en el país, es verdad que existen carencias en infraestructura y recursos en educación y salud.

Hay noticias que asustan al economista novato por la desigualdad y notoria distorsión del mercado. Por ejemplo, las utilidades y rentabilidad de los bancos son las más altas del mundo en un país con un pib estancado y con déficit fiscal, un crecimiento de supermercados y franquicias trasnacionales más rápido que un país del primer mundo, como si la capacidad de compra de los mexicanos fuera de las más elevadas del mundo; un crecimiento de la Bolsa Mexicana de Valores que supera a los países más ricos, cuando el salario promedio de México es de las más bajos de los países desarrollados.

La presión sobre las pymes de México por empresas que vienen financiadas desde el exterior con tasas y plazos bajos es una competencia desleal, más cuando desde Puebla hacia el sur del país no existe un banco local.

Hay impotencia cuando quieres hacer un trámite en una secretaría federal para fabricar un producto o importarlo y te dicen que tienen que pasar mínimo 8 meses y contratar un laboratorio para calificar tu producto o servicio y las mil pruebas que sólo las empresas grandes pueden sufragar.

Hay frustración cuando quieres comprar un boleto de camión o avión y hay diferencias de hasta un 100% de una empresa a otra y cuando suben los precios no lo hacen conforme a la inflación y son golpes de 15 al 30%.

Hay sensación de ser estafado cuando sabes que electricidad, cemento y muchos productos manufacturados son vendidos al consumidor a precios más altos que en los otros países del TLC y cuando quieres importarlos te dicen que no, o los concesionan a grandes empresas nacionales.

El director de la Profeco se fue a la campaña de Alfredo del Mazo, no hay delegaciones de la Comisión Federal de Competencia Económica en los estados. Anarquía total.

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