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Una reducida pero espléndida muestra de la última etapa del quehacer artístico de Ricardo Martínez (1918-2009) se exhibe actualmente en las salas de la Casa de Cultura Citibanamex, Museo Casa Montejo, en el centro histórico de nuestra ciudad.

Gran oportunidad para apreciar la poética narrativa que emana de uno de los grandes artistas orgullosamente mexicanos. Su carrera se inició en la década de 1940 y desde entonces supo encontrar la manera de entrar en sintonía con el público, a pesar de su aislamiento de las corrientes estéticas que se desarrollaron en nuestro país. Fue uno de los primeros en ser reconocido por los circuitos galerísticos de la época, factor que también propició el recelo de sus compañeros de generación, al grado de tener que convertirse en su propio promotor, tanto en nuestro país como en el extranjero. A pesar de todo, su pasión por el oficio y su gran capacidad tanto dibujística como con el manejo del color, sumadas a su gran sensibilidad, lo llevaron a conformar un lenguaje poético personal e inconfundible.

A partir de la década de 1960 su inquietud se concentra en la figura humana, encontrando la eternidad en sus formas sin tiempos ni escenarios definidos. Sin embargo, hay en las pinturas de Martínez una dimensión dramática que tanto nos hace recordar nuestro pasado indígena como nos transporta a temas contemporáneos, hasta terminar entendiendo que las relaciones humanas siguen siendo las mismas, aflorando siempre en sus obras la belleza a la vez ancestral y moderna. La curaduría de Miriam Káiser permite hacer un recorrido amable y bien estructurado para apreciar toda la fuerza y la sutileza con las que Ricardo Martínez aplica los colores para crear, más que fondos, verdaderos espacios en los que habitan sus personajes.

De formación autodidacta, ávido lector de la literatura universal, viajó primero a Europa y luego a Estados Unidos. En 1971 recibió el premio Mahimo Santista en la Bienal de Sao Paulo. En una de las pocas entrevistas que concedió, Ricardo Garibay le recordó que tenía “fama de solitario y hasta de intratable”, a lo que Martínez respondió: “Bueno, tú sabes que no es así. La soledad no se escoge como regocijo, duele, duele andar en el frío, duele mantenerse ahí, buscando, lejos de la autocomplacencia y del mercado”.

La entrada a la exposición en el Museo Casa Montejo es libre hasta enero de 2019, de martes a sábado de 10:00 a 19:00 horas, y domingo de 10:00 a 14:00 horas.

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