Las mujeres ganan día a día más espacios en todos los ámbitos y demuestran que pueden hacer las cosas igual o mejor que los hombres; en el hogar, trabajo, puestos públicos y por supuesto en las artes marciales tienen un papel preponderante.

La participación del sector femenino en karate, taekwondo, kung fu, boxeo y capoeira, por mencionar algunos estilos, es importante; abogadas, doctoras, maestras, enfermeras, periodistas, etc., suelen combinar sus actividades con el entrenamiento marcial. Las periodistas Iris Ceballos, cinta negra en taekwondo, y Aline Ruz Sosa, practicante de defensa personal, son ejemplos de cómo pueden combinar su trabajo y hogar con el deporte.

A nivel competitivo, en Yucatán tenemos a Katya Saucedo Crespi, campeona de taekwondo y actual instructora; Guadalupe Quintal, campeona de karate; Brisa Puch Ventura, también de karate; a nivel nacional se encuentra Iridia Salazar y María Espinosa Salazar, ambas medallistas en taekwondo, y miles de mujeres que a diario sin entrar en torneos, todos los días dan lo mejor de sí en cada clase de artes marciales.

Como valor agregado, además de ganar en salud, su entrenamiento les brinda herramientas para su autoprotección mejorando la seguridad en sí mismas, coordinación, reflejos y agudizan su capacidad para la toma de decisiones en la vida diaria.

Mi respeto y admiración al sector femenino cuya fuerza esta fuera de duda, basta mencionar que una antigua frase de los Caballeros de Londres afirmaba que: “El hombre que tiene de su lado a las mujeres es poco menos que invencible”, aludiendo a la enorme capacidad de las mujeres para apoyar e incluso estar al frente en cualquier empresa.

Las mujeres son el poema de la vida, inspiran a los hombres a ser mejores, a buscar la versión perfecta de su personalidad y no sólo el 8 de marzo, todos los días debieran ser una oportunidad para expresarles admiración vy cariño, para que, como sostiene el afamado poeta Mario Benedetti, “caminemos junto a ellas para alcanzar estándares de élite en nuestra existencia”.