Tameshiwari, rompimientos con valor pedagógico

Es necesario señalar ciertos puntos esenciales para lograr la eficacia de las técnicas utilizadas

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Los rompimientos conocidos en Japón como "tameshiwari" tienen un valor pedagógico siempre que se practiquen dentro de los límites acordes con el grado de aprendizaje del alumno. Su ejecución le enfrenta a una prueba en la que debe constatar la capacidad técnica adquirida frente a un objeto al que debe de golpear con la fuerza suficiente para romperlo, lo cual le supone luchar contra el temor o rechazo mental ante el posible daño físico.

El salir airoso de la prueba le da confianza tanto en su decisión como en el acto técnico realizado. Es necesario señalar ciertos puntos esenciales para lograr la eficacia de las técnicas utilizadas. En primer lugar debemos considerar la actitud mental y la decisión firme de realizar las técnicas a plena potencia y con el convencimiento de romper, sin miedo, pero sin restarle valor al acto por su aparente dominio.

También se requiere ponderar la fuerza que debemos desarrollar para romper el objeto y dentro de ella será preciso estudiar la mejor manera de realizarlo para pegar con todo el cuerpo y no sólo con el puño.

Es preciso resaltar el tema de la velocidad, puesto que al ser un factor elevado al cuadrado el éxito se consigue con técnica y rapidez ya que el movimiento "lento" sólo empuja. Dentro de esta área, debe tenerse en cuenta que la máxima velocidad de un ataque de puño no se alcanza al final de su recorrido, sino entre el 70 y 80 por ciento, por lo cual nuestro objetivo no debe fijarse en el punto de impacto, sino detrás de él, para que cuando éste se efectúe la velocidad sea la máxima que el practicante puede desarrollar.

Para ello es fundamental la concentración, lo cual en artes marciales es la aptitud de controlar los músculos del cuerpo en un esfuerzo coordinado para conseguir la máxima contracción en el momento del impacto. El movimiento hacia el punto del impacto debe comenzar por los grupos musculares más fuertes pero más lentos, la cadera y el abdomen, continuando con los más rápidos pero más débiles, los brazos y las piernas. Estos movimientos deben coordinarse en uno solo para alcanzar la máxima eficacia en el rompimiento. El brazo, al acercarse al objetivo, alcanza su máxima velocidad tensándose todo el sistema muscular en el preciso momento del impacto.

De esta forma transformamos la velocidad en potencia, descargando la energía generada por el cuerpo. Para concluir les dejo la siguiente frase del zen:

"Sé cómo el agua y adáptate a cada situación".

Recuerden que cada viernes en punto de las 15:30 horas, tenemos una cita en SIPSE Deportes en donde abordamos reportajes, entrevistas y todo lo relacionado con el fascinante mundo de las artes marciales. En esta ocasión estará en el estudio el Sifú José Manuel Parra Burgos para abordar el tema del Sanda.

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