Nos estamos acabando el mar

Es necesario promover entre nuestros hijos el amor por la natualeza y sus bondades.

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Sube el calor y con él se antojan más días de ir a la playa a refrescarnos, de pescadito frito, quizá de exóticas comidas. ¡Cuánta felicidad nos regala el mar! ¿Se imagina usted un mundo sin peces? Imposible, siempre los habrá, respondería rápidamente, y tiene usted razón. En el futuro seguirán existiendo, pero muy probablemente ni en la cantidad ni en la variedad en que ahora los tenemos, pues estamos acabando con las grandes pesquerías mundiales, nos estamos cargando los océanos a una endiablada velocidad de crucero. Su extinción llevará el hambre a 1.2 millones de personas que de la pesca viven.

Mañana lunes se inicia una minitemporada de pesca de pepino de mar, aunque nunca se ha dejado de sacar y la depredación acelera el proceso de extinción. ¿Estarán exagerando los especialistas? En absoluto. Para hacerse una idea de las colosales proporciones de la industria pesquera, al año se lanzan a alta mar 1.4 millones de anzuelos, en kilométricas líneas de palangre que permitirían envolver a la Tierra 550 veces. Las redes de arrastre literalmente aran anualmente la totalidad de los fondos marinos siete veces. En el mar la vida no es más sabrosa.

En el Jardín Botánico Regional del CICY pude conocer algo de nuestra flora y sus riquezas. Un jardín botánico es un espacio donde se encuentran colecciones de plantas documentadas que se desarrollan con propósitos de conservación, investigación científica y educación. Estas colecciones están exhibidas y ordenadas bajo distintos criterios: ecológicos, taxonómicos, geográficos, evolutivos, entre otros. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos en México (AMJB) existen alrededor de 42 de esos recintos distribuidos en ecosistemas diversos, lo que permite, entre todos, tener una buena representación de ejemplares locales, regionales e incluso de la flora mundial.

El desarrollo de la vegetación está en estrecha relación de clima, suelo, geología, por lo que los ecosistemas presentes en la región se han desarrollado en condiciones únicas. Pude conocer gracias a una guía que todas estas condiciones se conjuntan para tener una riqueza florística de alrededor de más de dos mil especies, de las cuales, 119 son plantas de distribución restringida a la Península en ecosistemas únicos come los petenes, sabanas húmedas y manglares.

La subdirectora de este espacio Clarisa Jiménez Bañuelos nos explicó que es necesario promover entre nuestros hijos el amor por la natualeza y sus bondades.

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