Carta de un amigo para ti
Cuando estés triste y te sientas solo mírame, me encuentro en cada pequeña cosa que hay a tu alrededor.
Sonríe, porque no existe nada más fuerte que un te amo y más si ese amor se demuestra. Sonríe pues te entrego este amor cada día, cada noche y así hasta el final de tus días; porque estoy aquí para ti en cada instante, porque tu sonrisa es mi alegría y tus penas mi mayor preocupación.
Cuando estés triste y te sientas solo mírame, me encuentro en cada pequeña cosa que hay a tu alrededor, en los olores de primavera, en cada brisa veraniega, en los colores de otoño, en el frío del invierno, en la magia de la vida.
Y si estoy ahí es para ti, porque pese a todas las cosas tú eres la más preciada: la única que puede usar la razón, pero utilízala con el objetivo por la cual te la di, el amor.
Cuando escuches de guerras y penas no dudes que ahí estoy cobijando al afectado y convenciendo a quien oprime el gatillo a que lo suelte; me pone triste que no me escuchen, ¿pero qué más puedo hacer si fui quien decidió confiar en su raciocinio? Mis enseñanzas, mis mandamientos y mi amor ya los he dejado junto con el sacrificio de mi vida, una vida entregada al amor, entregada a ti.
¡Siénteme! ¡Búscame! Estoy vivo y aquí a tu lado, que tu falsa ceguera no te aparte de mí, no sé qué otra seña hacerte para que te acuerdes de mí, pero aún así jamás me voy a alejar.
Recuerda siempre, mi hijo, que si estás ahí es por algo y que escucho cada una de tus plegarias y tras meditarlas decido dos probables respuestas: sí y no porque tengo planeado algo mejor, así que, si las cosas no se dan, ten por seguro que ya te he escuchado.
Te amo, por siempre. Jesús.