|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Siempre ha sido una fuente de anécdotas sobre exquisiteces y excesos la vida de Pablo Escobar y en la producción española “Escobar, la traición” recalcan esta afirmación, al retomar hechos reales, plasmados en el libro Amando a Pablo, Odiando a Escobar, escrito por la protagonista del hecho que nos narra el filme, Virginia Vallejo.

Es cierto que el narcotraficante que llegó a convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo por el comercio de estupefacientes es casi siempre la figura central de los relatos de exuberancias y sometimiento, pero, en esta ocasión, Virginia Vallejo, protagonizada hábilmente por Penélope Cruz, nos muestra un presunto lado femenino, que a fuerza de ser sinceros acaba por volverse parte del mismo cliché, casi marca registrada llamada Pablo Escobar.

Javier Bardem se muestra impresionante al asumir la personalidad de Escobar, casi al grado del multifacético actor colombiano Andrés Parra, quizá el único histrión que ha dejado en mi mente la presencia del narcotraficante, desde la mirada hasta la sonrisa, desde el ceño fruncido por algún desacuerdo hasta el andar impositivo de Pablo.

El conflicto argumental que tiene el filme, dirigido por el cineasta español Fernando León de Aranoa (“Princesas”, 2005), es que adolece de sentido común, que en este caso es tremendamente necesario por tratarse de la historia de uno de los personajes malignos más conocidos, investigados y difundidos, de quien hasta el más distante de las salas de cine ha podido tener referencias de su vida y que será complicado anexarlo en una historia de amor, aunque sea por momentos.

La segunda y más cruel debilidad es tomar como verdad absoluta un relato tantas veces cuestionado, debatido y refutado, como el texto de Virginia Vallejo, y querer hacerlo pasar por legítimo e incuestionable, con todos esos detalles románticos de paternidad renovada que nos cuenta. En suma una cinta que podríamos considerar innecesaria, que no aporta mucho al discurso sobre la vida del mayor narcotraficante de Colombia, porque en realidad ya no hay mucho que abonar, y se queda en un intento estéril por redefinir una biografía de nota roja.

Le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame a [email protected] o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook y “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

Lo más leído

skeleton





skeleton