Por una Mérida resiliente

Hoy día el concepto de resiliencia está siendo un factor indispensable en el proceso de diseño integral de los programas de desarrollo de las ciudades.

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Hoy día el concepto de resiliencia está siendo un factor indispensable en el proceso de diseño integral de los programas de desarrollo de las ciudades; este término se refiere a la capacidad de sobreponerse, en este caso las ciudades, a momentos críticos y adaptarse a condiciones trastocantes luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada, incluyendo la proposición de las acciones y programas que permitan volver a la normalidad en el corto plazo.

El programa de ONU-Hábitat de ciudades resilientes, al cual Mérida oportunamente se ha adherido, las define como aquellas ciudades que tienen la capacidad de recuperarse rápido de los impactos que sufre su sistema de funcionamiento integral. Esta definición se basa en la concepción de la urbe como un sistema de sistemas, un ente complejo y total que, a similitud del cuerpo humano, requiere del buen funcionamiento de todos sus distintos órganos para tener una buena salud.

Lo cierto es que todos los espacios urbanos sufren en algún momento impactos que afectan su funcionalidad. Lo habitual en las ciudades del mundo desarrollado es que éstas sean pequeñas interrupciones en el suministro de agua o electricidad, huelgas que afectan al comercio o al transporte público, averías en las vialidades o los propios trabajos de su mantenimiento que generan molestias a los usuarios. Sin embargo, hay ocasiones en que las ciudades experimentan crisis y desastres como inundaciones, tormentas o sismos que traen pérdidas económicas y, en el peor de los casos, daños a las personas, pudiendo llegar a ser dramáticas cuando se refiere a grandes desastres naturales o conflictos sociales de gran envergadura.

No obstante, las consecuencias de las crisis urbanas dependen de la preparación que tenga la ciudad para hacer frente a ciertos impactos esperables, con un complemento indispensable que es la forma en que la ciudadanía percibe y reacciona ante estas situaciones. Estos factores son extremadamente variables y dependen de valores tan dispares como el buen funcionamiento de los sistemas o el grado de tolerancia y colaboración que cada sociedad muestra ante los acontecimientos imprevistos. Pongámonos las pilas y trabajemos todos por una Mérida resiliente.

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