Terry

Algunas veces oí hablar de ella, pero nunca tuve el gusto de conocerla personalmente, sus más cercanas amistades y personas a quienes ayudaba le llamaban afectuosamente Sister Terry.

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Algunas veces oí hablar de ella, pero nunca tuve el gusto de conocerla personalmente, sus más cercanas amistades y personas a quienes ayudaba le llamaban afectuosamente Sister Terry. Sister Theresa Marie Maksym, MM, fue una hermana misionera de la congregación católica de las Hermanas de Maryknoll. Mañana domingo se cumplirán 90 años de su natalicio en la ciudad de Jamaica en el estado norteamericano de Nueva York, donde fue la séptima de una familia de 12 hermanos. Ingresó a la congregación de las Hermanas de Maryknoll el 5 de octubre de 1946 y en su recepción recibió el nombre de Sister M. Francis Christine.

Luego de su primera profesión de votos se le envió a Panamá, donde fundó una escuela de preescolar para hijos de obreros llegados de Jamaica, Trinidad y Martinica a trabajar en la construcción del canal; ahí profesó sus votos definitivos y regresó al centro Maryknoll para titularse como licenciada en educación. Después trabajó en Guatemala, hasta que en 1965 dio inicio su amorosa y profunda relación con nuestro país. En la Ciudad de México presidió durante una década la escuela Helena Herlihy Hall, en donde se formaba a jovencitas para ser secretarias bilingües.

En 1976 llegó a Yucatán, en donde se dedicó al ministerio pastoral en la parroquia de Chuburná de Hidalgo y fundó una escuela de computación, desarrolló grupos de ayuda, dio clases de entrenamiento en liderazgo, coordinó los programas de catecismo y especialmente animó a niños y jóvenes a hablar en maya. Dirigió el centro social de la parroquia, que incluía una pequeña clínica, biblioteca y una cooperativa de ahorro, y creó además varias oportunidades de educación para los adultos. Una vez consolidado el trabajo en la parroquia, replicó estos programas básicamente en 5 pequeñas comunidades de las afueras de Mérida, trabajando intensamente con los más pobres y necesitados, formando comunidad y educando, con un profundo respeto por sus tradiciones y costumbres.

Desde su primer contacto con las comunidades mayas más pobres, pudo darse cuenta de su extrema generosidad, siempre compartiendo aun lo poco que poseen con los visitantes, eso cautivó su corazón. Decía: “La gentileza, amabilidad y apertura son características muy profundas de los mayas, al igual que el gozo por la vida y el aprecio por las personas. Admiro su paciencia y alegría, su esperanza y amor, a pesar de los problemas que enfrentan”. Dejó Mérida el 16 de marzo de 2010, retornó al Centro Maryknoll en donde falleció el 6 de mayo de 2015.

Henry Ward Beecher dijo: “La gratitud es una flor que brota del alma”. Los meridanos debemos cultivar esa preciosa flor y ofrecerla en memoria de Sister Terry, quien cumplió la misión de las Hermanas de Maryknoll: Hacer visible el amor de Dios.

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