Justicia a la mexicana: los linchamientos

¿Es válido intentar imponer la justicia con el asesinato?

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Mi percepción sobre la inseguridad y la justicia en la cultura mexicana cambió cuando estuve en la Ciudad de México. Viví una corta temporada ahí y recuerdo que la primera vez que salí a recorrer la zona, me impresionó mucho que en la entrada de una colonia los vecinos habían colocado una enorme manta con la siguiente leyenda: “Cuidado, ratero. Si te sorprendemos robando TE MATAMOS”.

A partir de ese momento me concentré en observar cómo por culpa de la inseguridad los capitalinos viven una realidad muy distinta a la de otras partes de la república. La manta era una clara advertencia de linchamiento, pero no era la primera ni la única, ya que esto es muy recurrente en el centro del país.

Ciudad de México, Puebla y el Estado de México son las entidades donde más se replican los casos de justicia a manos del pueblo, ya que cada año decenas de delincuentes son asesinados; aunque también existen casos donde la “justicia del pueblo” termina siendo más injusta que cualquier otra, como el registrado en Ajalpan, Puebla, en 2015, donde dos inocentes encuestadores fueron linchados al ser confundidos con delincuentes.

Sin embargo, estos actos cada vez son más recurrentes en otras zonas del país. En Yucatán se han dado intentos de linchamientos en poblaciones como Molas, Kanasín e incluso en algunas colonias de Mérida. Mientras que en la región, apenas hace unos días vivimos uno de los casos más perturbadores, cuando vecinos de Cancún intentaron linchar a un ciudadano ruso porque constantemente agredía a los mexicanos.

Y es que este peligroso fenómeno es consecuencia del coraje popular debido al fallido trabajo de las autoridades. En estos actos los ciudadanos deciden defenderse porque el aparato judicial no puede conceder seguridad en las calles, no puede evitar robos, ni violaciones o asesinatos… ¿pero es válido intentar imponer la justicia con el asesinato? Pienso que la respuesta va más allá de un sí o un no.

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