Otra vez el PRI

La gente también vota por necesidad, por algún apoyo público, alguna beca o mínimo alguna despensa...

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Otra vez ganó el PRI. Otra vez, y sus candidatos festejaron asegurando que el verdadero ganador fue el pueblo, que esta vez sí van a gobernar como se debe, que meterán a la cárcel a los corruptos, y demás promesas imposibles de cumplir, pero que nos gusta escuchar, quizá por compasión propia.

También salieron las voces contrarias, las de los antipriistas a morir, que odian más a Peña Nieto que a sus propios miedos, que culpan al gobierno de los males del país y que acusan de ignorante, desinformado o antipatriota a cualquier militante o votante de este partido.

Si algún mal nos hicieron las telenovelas fue que creyéramos que solamente existen los muy buenos y los muy malos. Porque entonces sólo podemos entender las cosas de manera muy superficial, basándonos en dualidades.

La historia del PRI va más allá de su reciente generación de gobernadores ladrones y funcionarios corruptos; va más allá de las elecciones compradas o de la represión en el 68, y es necesario conocerla para que nos respondamos el “enigma” de por qué la gente sigue votando por el PRI.

La gente que vota por el PRI no es ignorante ni masoquista. Solamente forma parte del sistema como también forman parte los políticos, antipriistas e incluso quienes no votan. Muchos priistas vieron las grandes transformaciones que impulsó el gobierno durante el llamado “Milagro mexicano” e incluso aún viven los abuelos que presenciaron aquel poderoso Partido de la Revolución Mexicana (antecedente del PRI) de Cárdenas; en Yucatán los priistas aún esperan la llegada del nuevo Víctor Cervera, ¿o no? La gente también vota por necesidad: porque el PRI representa algún apoyo público, alguna beca o mínimo alguna despensa que ayude a sobrellevar el hambre de los hijos, y no me parece justo criticar sin haber padecido las necesidades.

El problema va más allá de si gana o no el PRI, va más allá de cualquier partido... y todavía no nos damos cuenta.

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