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“A veces siento que ya he sentido todo lo que voy a sentir jamás. Y de aquí en adelante nunca voy a sentir algo nuevo. Solo versiones más pequeñas de lo que ya he sentido”. La cita anterior corresponde a la fascinante película Her (Spike Jonze/ 2013), la cual explora los tintes humanos de la soledad en la era tecnológica. En esta película, el personaje principal, Theodore Twombly, se enamora de su sistema computacional tras varios meses sin poder superar una ruptura amorosa.

Si bien, la fuerza de la cinta se basa en la hipótesis de cómo un humano puede desarrollar sentimientos por un aparato digital, en el fondo se trata de un análisis acerca de las relaciones tan frágiles y efímeras en la era moderna.

Es claro que las formas del amor han cambiado. Ahora es difícil escuchar sobre relaciones a largo plazo, además de que existe una fuerte repulsión hacia los compromisos. Sin embargo, una contradicción radica en el corazón de las nuevas generaciones, ya que a pesar de la poca popularidad de que goza el cariño duradero y profundo, también es común que las personas demuestren un miedo permanente a la soledad.

El sociólogo Zygmunt Bauman explica esta contradicción como una paradoja de los tiempos líquidos, en donde nuestras relaciones constantemente oscilan entre el sueño y la pesadilla: “Nuestros contemporáneos, desesperados al sentirse fácilmente descartables y abandonados a sus propios recursos, (viven) siempre ávidos de la seguridad de la unión y de una mano servicial con la que puedan contar en los malos momentos, es decir, desesperados por ‘relacionarse’. Sin embargo, desconfían todo el tiempo del ‘estar relacionados’, y particularmente de estar relacionados ‘para siempre’ (...) porque temen que ese estado pueda convertirse en una carga y ocasionar tensiones que no se sienten capaces ni deseosos de soportar” (Amor líquido, 2003).

En nuestra búsqueda constante de la felicidad, los de ahora hemos olvidado que el amor se trata de un riesgo en el que a veces podemos dar más de lo que recibimos, y que solo en ese momento habremos amado de verdad.

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