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Lo más importante no es que esté libre la peligrosa Elba Esther Gordillo Morales, sino garantizar, en estas semanas de transición en el gobierno federal, que nunca más regrese el viejo sistema educativo constituido por toda clase de artimañas, obsolescencias, abusos y manipulaciones, y que la lideresa chiapaneca encarna de pies a cabeza.

Soberbia y rencor fue sobre todo lo que se percibió en la “maestra” Gordillo cuando se presentó el lunes pasado ante la prensa capitalina. Lo más lamentable, quizás, fue su frase de que ella ya está libre y la Reforma Educativa “se derrumbó”.

El show mediático que protagonizó Gordillo no debe hacer que nadie borre de su mente lo que era –y tristemente todavía lo es en diversas áreas del país– el magisterio antes de los intentos por implantar la Reforma Educativa y que ésta de verdad funcione, produciendo los mexicanos bien preparados, amantes de su país y decididos a que éste entre al fin en una carrera hacia el progreso y el desarrollo.

Elba Esther y sus seguidores deben tener muy presente que un alto número de los mexicanos –creemos que la mayoría– ya no queremos que nuestros hijos y nietos estén en manos de profesores no solamente mal preparados, sino agitadores que tienen como su mayor premisa diaria cobrar sin trabajar, o al menos trabajar cada vez menos y tener cada vez más días libres; evitar, incluso por la violencia, que los obliguen a prepararse cada día mejor, y exigir a los gobiernos que les paguen más y más. Esto no puede darnos los hombres y mujeres que sean el ejemplo y guía de superación de las nuevas generaciones.

Millones de mexicanos sí queremos que los profesores se preparen cada vez más, para que con los resultados positivos en la mano puedan, entonces sí, exigir mejoras salariales y más prestaciones, adicionales a las muchas que ya tienen y que ningún trabajador de otro sector recibe en este país.

Se puede aceptar que la administración federal saliente implementó de mala manera la Reforma Educativa, pero lo que no se puede admitir es que la educación vuelva a ser el nido de corrupción, compadrazgos, amiguismos, desidia y conformismo que había sido durante demasiado tiempo.

La señora Gordillo carece de la mínima autoridad ética, moral y profesional para afirmar o decidir que la Reforma Educativa se ha derrumbado. Tenemos que dejárselo en claro todos quienes deseamos que la niñez y la juventud mexicanas sean cada vez mejores.

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