La esencia del taekwondo

La esencia del taekwondo es hacer consciente al individuo de su fuerza natural y de cómo aplicarla con mayor ventaja posible.

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En una ocasión un maestro de Zen paseaba por el campo con su discípulo, un faisán salió de un matorral frente a ellos y se escondió de una manera torpe entre la maleza. El estudiante rio y dijo “los pájaros son tan tontos e indefensos”. El maestro de Zen enarboló su bastón y golpeó a su alumno en las espinillas. “Vuela”, le ordenó.

Todas las cosas tienen sus debilidades y fuerza. La piedra afila tijeras, las tijeras cortan papel y el papel envuelve la piedra. Los individuos se consideran débiles porque no saben usar su fuerza.

La esencia del taekwondo es hacer consciente al individuo de su fuerza natural y de cómo aplicarla con mayor ventaja posible. De este modo, la persona supera su única debilidad real, su falta de fe en sí mismo.

La autoconfianza es fundamental para el éxito al entrenar taekwondo, si no se entrena la mente, es difícil poder emplear las técnicas de defensa de este dinámico arte marcial.

Esa esencia es la que busca rescatar el maestro Carlos Santamaría Bauset, representante de la International Taekwondo Federation (ITF), en Yucatán, para ello se requiere paciencia y reordenar la imagen de este arte marcial anclado durante años en las competencias y enfocarlo a la práctica en familia.

La ITF, fundada el 22 de marzo de 1966, en Seúl, Corea del Sur, por el general Choi Hong Hi, quien desarrolló el taekwondo para promover su enseñanza.

En sus inicios muchos denominaban este arte como karate coreano, por la similitud en sus técnicas de defensa personal, rompimientos y formas, pero con el paso del tiempo y al incursionar en las Olimpiadas se volvió deportivo, al grado de que sus practicantes hacen mucho combate y casi nada de formas.

Hombres sabios han dicho que quienes lo hallan fácil al principio tienen mayor dificultad después. Incluso la paciencia necesita de práctica. El impaciente puede precipitarse al adquirir técnicas brillantes para impresionarse así mismo e impactar a otros de manera superficial, solo para descubrir que al encararse con alguien que en realidad que sea valeroso todas las artimañas son inútiles.

Santamaráa Bauset sostiene que cuando uno se consagra con sinceridad a la práctica del taekwondo ingresa a una situación de relaciones recíprocas, en la cual el valor moral se incrementa a través del desarrollo físico y la vanidad se transforma en auténtica confianza.

No se trata de dejar de competir, pero sí de dar oportunidad a quienes deseen participar en torneos, practicar las formas y técnicas casi olvidadas por los competidores de taekwondo, arte marcial cuya esencia contiene defensa personal, llaves y proyecciones poco o casi nada practicadas por la mayor parte de los taekwondoines.

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