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¿Qué dijo?, de forma burlona preguntaba pequeño mozalbete en una fiesta infantil el pasado domingo. Su madre le sujetó fuerte el brazo y le dijo: respeta a los demás si quieres que te respeten, ese niño tiene dislexia. El pequeño pidió perdón y le preguntó a su madre: ¿qué es la dislexia?

Se llama dislexia a la incapacidad de algunas personas para leer y escribir correctamente, sin tener una deficiencia intelectual, motriz, visual o cualquier otra que explique dicho trastorno. La característica fundamental es una dificultad para la adquisición y uso de la lectura y la escritura.
Hay consenso en que entre 4 y 5% de los niños presentan problemas graves de aprendizaje de la lectura, con la consecuente dificultad de escribir. No tiene predilección por un sexo, sin embargo algunos especialistas refieren que es más frecuente en varones. Esto quizá tenga que ver con el hecho de que se considera que las mujeres tienen un mayor desarrollo del área del lenguaje que los hombres, pudiendo encontrar en un aula de 25 alumnos cuando menos un disléxico.

En cuanto al origen del problema se mencionan factores hereditarios, trastornos en el embarazo o parto, lesiones cerebrales, problemas emocionales o dificultad adaptativa en la escuela, entre muchos. Los datos sugerentes de que un niño es disléxico son dificultad para distinguir entre derecha e izquierda, confusión de números, letras o palabras: como “25” en lugar de “52”, la “b” por la “d” y “on” en vez de “no”.
¿Cómo llegar al diagnóstico de certeza? En edad preescolar y escolar encontrarán dificultad para aprender a hablar, pronunciar palabras extensas, rimar, aprender la secuencia del alfabeto, los días de la semana, colores, formas y números. Se les dificulta escribir su nombre, identificar las sílabas (va-ca en vaca) y los sonidos (fonemas: f-e-o en feo) en las palabras, reproducir palabras simples, leer y escribir palabras con la secuencia correcta de letras (“eso” contra “ose”), escribir a mano y lograr coordinación motriz fina.

Estos mismos signos de dislexia podrían presentarse en niños mayores, adolescentes y adultos, quienes leerán y escribirán por debajo de su nivel escolar y demorarán más tiempo en realizar tareas y exámenes.

La dislexia no reviste gravedad, e incluso se puede llegar a la adultez con este trastorno. El tratamiento es interdisciplinario y participan el psicólogo y la especialista del lenguaje. Sugerimos acudir al experto en cuanto exista la sospecha de dislexia en un menor.

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