Triage, clasificación que salva vidas

Los hospitales se apoyan en una clasificación que distingue cinco niveles diferentes de gravedad, según los cuales se determina cuánto tiempo puede esperar cada paciente antes de ser atendido.

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Era sábado en la tarde, en mi consultorio recibí una llamada prepotente de alguien que intentaba incidir en mis principios, solicitando atención en el servicio de urgencias por lesión en un dedo, intentando violentar lo establecido normativamente, por el simple hecho de ser un funcionario gubernamental.

Esto me hizo reflexionar sobre lo imprescindible de prestar asistencia de calidad, segura y eficiente en los cuartos de urgencias, basada en un mejor conocimiento del tipo de pacientes que son atendidos; existe consenso entre las sociedades científicas de urgencias en recomendar la implantación de un sistema que priorice la atención del enfermo.

¿Pero cómo tomar decisiones adecuadas y lo más apegadas a las necesidades de la población y con base en la definición establecida? Para ello recurrimos al Triage, que se emplea en medicina para clasificar a los pacientes de acuerdo con la urgencia. Este método permite organizar la atención con base en los recursos existentes y las necesidades de los individuos.

Los hospitales se apoyan en una clasificación que distingue cinco niveles diferentes de gravedad, según los cuales se determina cuánto tiempo puede esperar cada paciente antes de ser atendido. A cada uno le corresponde un número y un color, del rojo al azul, y con base en éstos se establecen tiempos de espera. Con este programa se cataloga y da prioridad a las emergencias, mejorando con ello la primera atención al paciente, la cual va desde el momento en que se presenta hasta que es evaluado su caso.

Esta medida se rige por dos principios básicos: salvar el mayor número de vidas y hacer el mejor uso de los recursos disponibles. Es un término de origen francés que significa selección, categorización y priorización. De no existir una urgencia real e inmediata, se debe acudir a los servicios de primer nivel, donde, de forma docta y oportuna y con base en cita preestablecida por vía telefónica, se reciba la atención que se merece.

Considero que paulatinamente, y gracias a la información y difusión profesional, nuestra población tomará conciencia de la importancia de evitar molestias o esperas innecesarias y restarle al grave la oportunidad de vivir. Esta clasificación internacional y avalada nos indica que no es la hora de llegada lo que rige la prioridad para que nos atiendan, sino el problema que tengamos.

Espero que la visceralidad de aquel sujeto sea menor que la razón que debe guiarle.

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