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Diana Puga Pérez/SIPSE

Mérida, Yuc.- Desde muy pequeña he sido (como casi todos, estoy segura) muy consciente del tema de la muerte. He tenido gran admiración a personajes que logran evadirla de una u otra manera, siempre sentí cierta fascinación por Nicolas Flamel y su famosa piedra filosofal. Pero no es el único. He visto un gran número de personajes literarios y cinematográficos que luchan por la inmortalidad, algunos de ellos llevando al cabo acciones no tan buenas, mientras que otros pasan toda su vida buscando el ansiado secreto, unos de ellos lo logran, otros simplemente se quedan con las ganas.

Estoy segura que tú, lector, más de una vez te has preguntado cómo podemos preservar nuestro recuerdo en al menos un par de personas en el mundo. Estoy segura que tú, lector, más de una vez te has preguntado si es que acaso hay alguna manera de ser inmortal. Todos (o casi todos) hemos pensado en grandes acciones para que nuestro nombre permanezca, otros han decidido escribir porque bien dicen que en el papel es donde podemos ser y hacer inmortales a quien queramos. Como seres humanos siempre hemos tenido tendencia al deseo de tener un poder sobre la vida; sin embargo, nunca lo habíamos tenido, hasta hace unos días.

La donación de órganos siempre ha sido un tema del que a las personas no le gusta hablar. Tal vez porque involucra el hecho de que (la mayoría de las veces) tenemos que morir para poder donar. Tal vez porque somos humanos y nuestra naturaleza es tener cierta tristeza al desprendernos de las cosas que alguna vez fueron nuestras. Pero esto, debemos entender, es mucho más. Por primera vez, se nos está entregando el poder de dar la vida y no de quitarla.

Y si ahora tenemos esa facultad, ¿por qué rehusarse a ella?, ¿por qué todavía hay muchas ideas de que es mejor llevarnos todo con nosotros que dejarlo a quienes todavía pueden y quieren seguir?, ¿por qué tener el miedo a dejar algo que ya no vamos a usar?

Por primera vez, se nos está dando el poder de ser inmortales, y hay muchas personas que no quieren utilizarlo. Y quizá sea demasiado idealista, pero deberíamos pensar que en algún momento, cuando ya no estemos, una pequeña parte de nosotros continuará viendo el mundo, continuará existiendo en el mundo.

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