Ética, lealtad y amistad

Todos tenemos una cierta concepción de la lealtad. Ser leal pareciera implicar ser recto, confiable, fiel.

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Paulina Rivero Weber/Milenio Novedades

Mérida, Yuc.- Todos tenemos una cierta concepción de la lealtad. Ser leal pareciera implicar ser recto, confiable, fiel; pero la idea de “lealtad” tiene un significado específico. De entrada, puede resultar confuso enterarse de que la palabra “leal” pertenece a la misma familia que el término “legal”: ser leal, de alguna manera pareciera relacionarse con ser legal. Un vocablo con connotaciones tan indiscutiblemente éticas como “lealtad”, tiene su origen en uno del ámbito de la jurisprudencia.

Como lo supo Antígona (o quizá debiera decir Sófocles, el escritor de su tragedia) existen diferentes tipos de leyes y algunas pueden ser superiores a las que rigen la sociedad en que se vive. En ello se juega la distinción entre seguir de manera acrítica las normas establecidas por la sociedad, esto es, ser moral, o analizarlas y cuestionarlas antes de actuar: ser ético.

Esa diferencia ha sido remarcada por cada uno de los grandes de la ética, desde Heráclito o Sócrates hasta nuestros días.
Por ello se puede ser leal no solo a la ley establecida, sino a personas o ideas. Quien es leal a una persona, puede “fallarle” en aspectos menores, pues somos seres imperfectos dotados de una voluntad egoísta. Pero mientras los valores primarios de ambas partes se sostengan, la lealtad es un vínculo inalterable. De lo anterior se sigue que la lealtad puede variar: al fundarse ésta en valores muy básicos, si ellos cambian, la lealtad llega a su fin.

De ahí que sea más fácil ser leal a una persona que sabe de sí misma, que no va como un velero a la merced del viento, sino que tiene un rumbo ético claro. A una persona así es menos difícil perdonarle sus inevitables fallas humanas y serle leal. Porque al ser leal a alguien se es leal a una ley común a ambos que se sostiene por principios compartidos.

En ese sentido se es leal a un igual, por diferente que éste pueda aparecer a la mirada de los demás: aquel a quien somos leales, habla también de quiénes somos y qué valores éticos son los que nos guían en la vida. En otras palabras, “por sus amigos los conocerás”: nuestros amigos son también nuestros símbolos y representantes, y exponen lo que somos mejor que cualquier curriculum vitae.

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