"El chisme"

Yo aprovecho que es lunes, que comienza la semana y que me gusta el chisme a la antigua para buscar un refugio en algún café de la periferia para documentarme de lo que pasa en la ciudad.

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Leyendo las noticias del SIPSE.COM me encontré con una nueva aplicación de redes sociales que está causando mucho ruido y me hubiera seguido de largo si no fuera porque en medios distintos me aparecieron las consecuencias de su uso en el mundo. El primer dato que me llamó la atención es que SARAHAH, así se llama el programa, se volvió la aplicación más descargada de la tienda virtual en 30 países. Es decir, a todos nos gusta el chisme.

SARAHAH comenzó a desviarse, ya que, además de permitir que los usuarios envíen comentarios constructivos, como querían los desarrolladores, también deja que se haga acoso, se lancen insultos e incluso amenazas.

El portal de Milenio publicó un artículo que cita a la psicóloga Diana Sánchez, especialista en terapia cognitivo-conductual, quien dice que no se debe tomar como personales esos comentarios, que si los insultos afectan a un usuario debe cerrar su cuenta por un tiempo. Aunque no augura muchos meses más de popularidad a la aplicación, el problema es que permite el acoso digital.

Y es ahí donde el chismógrafo de la generación X o la persecución de tus compañeros de salón cambia de nivel debido a nuestros smartphones o aparatos digitales, que nos permiten estar conectados a toda hora y que nos dan la opción de enterarnos de lo que a otros les pasa.

Siempre otro puede recordarte que en el pasado hacíamos cosas así, pero la dimensión de una travesura se limitaba a tu periodo y campo de influencia, que no era tan grande como ahora.

Lo bueno de esta situación es que, como las llamadas a misa, va el que quiere, ya sabes el alcance de las redes sociales, ya conoces dónde puedes incidir y cuándo obtienes un buen resultado. Aunque, como los huracanes, que no tienen palabra de honor, nunca sabes qué se puede volver viral.

Yo aprovecho que es lunes, que comienza la semana y que me gusta el chisme a la antigua para buscar un refugio en algún café de la periferia para documentarme de lo que pasa en la ciudad. ¡Que sea feliz! 

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