Siempre he pensado que la pasión es la que mueve al mundo y que sin ella no se habrían hecho grandes logros, inventos y descubrimientos. Lo creo sinceramente y escuchando a Nicolás Sarkozy reafirmó mi creencia personal.

En realidad mi pleito con las generaciones más jóvenes es esa falta de emoción que les veo en todos sus quehaceres de vida.

Su emoción dura nada. La prisa se lleva todo lo que tienen que aportar o gozar. Sus teléfonos inteligentes impiden el gozo de los ojos. Es así.
Entonces escucho a un hombre de 72 años que condujo los destinos de un país, no está a discusión si lo hizo bien o mal, lo hizo. Y habla de que hay dos cosas que se deben hacer en la vida: amar y trabajar, sin dividirlas, porque las dos son parte de nosotros.

Entonces entiendo que mi teoría no es tan descabellada y que deberíamos impulsar en las generaciones más recientes esa pasión por lo que hacen: estudiar, leer, patinar, jugar kimbomba, no importa. El chiste es sentir.

Con esos ejemplos fue asombroso entonces encontrar a diez mil estudiantes becados por Telmex reunidos en un mismo espacio para escuchar a personas que han logrado éxitos en la vida y que son ejemplo de algo.

Malala Yousafzai, Eric Shmitd, Nicolás Sarkozy, Pitbull y Peyton Maning, y los jóvenes aplauden. Llegaron patrocinados al centro del país en autobús. No fue fácil, pero están ahí, y contagian energía con sus aplausos, gritos y sus preguntas. Esta es la parte maravillosa de las redes sociales, que todos los que quieran aportar lo pueden hacer, simplemente tienen que tuitear o facebookear.

Yo aprovecho que es lunes, que comenzó septiembre y que lo que me sobra es pasión para conversar sobre lo que acontece en el mundo. ¡Que sea feliz!