Finalmente llegó el otoño y con él los cambios de gobierno, mi cumpleaños y el de muchos queridos amigos, el hanal pixán, un nuevo presidente mexicano y las cosechas.

La duración de esta estación se calcula en 83 días, en los que amanece más tarde y atardece más temprano, las temperaturas descienden, o así debería ser, es época de cosecha. Según Google, la palabra otoño hace referencia a la segunda hierba o heno que producen los prados en la estación del año.

Me gusta este momento porque me recuerda el estado de plenitud del ser humano. Aunque así como el calentamiento global ha llevado a la naturaleza a cambiar su ritmo, parece que la velocidad de la vida humana también ha variado y ahora este momento se convierte en la carrera por el no envejecimiento y la prisa por vivir.
Pero creo que debemos hacer una pausa y pensar en el futuro en todos sentidos y no por ello sentirnos amenazados de muerte. Organizar tu jubilación, tener un testamento, un seguro de gastos médicos mayores y hasta uno de defunción no te hacen más cercano al final de tu vida. Te convierten en un ser humano responsable que quiere dejar a los suyos paz en su ausencia.

Ahora que es septiembre, mes del testamento, habría que aprovechar la oferta para tener el documento que deje a otros tu bicicleta, tu agenda de teléfonos (algunas tienen mucho valor), hasta tus memorias, y no por ello sentirte desprotegido. Habrá forma de entender que no estamos adelantando el final, sino comenzando a organizar la tranquilidad futura. No lo sé.

Conversando con un querido amigo, me contaba que había comprado un cripta en una iglesia que le gustaba de siempre y que sentía una angustia enorme porque sus papás se enteraran de la adquisición de tan sui géneris artículo. No quería que tuvieran la impresión de que fuera para alguien más que para sí mismo.

Creo debemos mirar las cosas con optimismo y sobre todo actuar con responsabilidad.

Yo mejor aprovecho que es lunes y que esta semana cumplen años queridos amigos para festejar con ellos el futuro. ¡Que sea feliz!