Lo que sí pretende López Obrador (1)

Las 48 horas que van de la tarde del 18 a la del 20 de febrero pasados han revelado más sobre el carácter político de López Obrador que toda la década anterior.

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Las 48 horas que van de la tarde del 18 a la del 20 de febrero pasados han revelado más sobre el carácter político de López Obrador que toda la década anterior. La lista de candidatos a senadores de representación proporcional de Morena es por sí misma una radiografía de las formas de operar en política de quien probablemente sea el próximo presidente de México.

La lista exhibe clara abundancia de priistas, de todas las épocas, y total ausencia de la izquierda socialista. Cuatro de los primeros seis lugares los ocupan antiguos compañeros de Andrés Manuel en el PRI. Encuentro en esa lista a los dirigentes y a los colegas de los golpeadores que mis camaradas de militancia y yo combatimos durante nuestra juventud. Ni mis compañeros ni nuestros dirigentes tienen cabida en ella. Una lista que hubiera enorgullecido a Díaz Ordaz, paladín del anticomunismo, a cuyo PRI se afilió López Obrador. Tenía entonces 17 años de edad y sus coetáneos huían del tricolor como de la peste, en busca de opciones libertarias.

La lista es simulada; no es con la que finalmente competirá Morena en las elecciones. Su formulación obedece a distintas intenciones políticas, entre las que destaco dos.

Se postula como punteros a dos candidatos -Blanca Piña, de Michoacán, y Aníbal Ostoa, de Campeche-, cuya función es exclusivamente ocupar el lugar hasta en tanto se logran alianzas con figuras destacadas del poder o del dinero. Esto explica que vayan adelante de figuras mucho más conocidas a nivel nacional, como la ex ministra Olga Sánchez o Ricardo Monreal. En caso de que esas alianzas no fragüen, los llamados candidatos de paja renunciarán, pues encabezan las fórmulas respectivas en sus estados y por esa vía accederían a un escaño.

La segunda intención es retar la aplicación de la ley. Para tal fin se postulan dos candidaturas inconstitucionales, la de la propia Olga Sánchez y la de Napoleón Gómez Urrutia. La primera está impedida porque al día de la elección no se habrán cumplido los tres años que la ley máxima exige a los ex ministros para ser candidatos. El charro sindical prófugo en Canadá no es elegible por haber obtenido la nacionalidad de ese país, pues sólo los mexicanos por nacimiento con nacionalidad única pueden ser integrantes del Congreso. Adicionalmente, está impedido legalmente, pues tras más de 10 años en el extranjero, no llena el requisito de tener credencial para votar vigente.

Si las candidaturas son registradas, López habrá hecho avanzar su concepción programática de que la ley debe subordinarse al criterio de justicia del buen gobernante; si no son admitidas, lo reclamará como un atropello de la mafia del poder.

Ya pronto veremos el resultado.

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