|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Las leyes y normativas educativas han avanzado hacia un modelo donde la denominada autonomía de centro ha ocupado un puesto relevante, el de llevar a cabo un proyecto específico, donde se hace necesaria la existencia de un liderazgo capaz de impulsar, desarrollar y evaluar dicho proyecto.

Es importante no confundir la dirección con el liderazgo, puesto que competencias para el liderazgo no solo las deben tener las direcciones, sino que han de ser constitutivas de todos los profesionales que, en los centros, ejerzan la conducción de equipos docentes, la coordinación de comisiones y el acompañamiento de los grupos de estudiantes en clase.

Sin embargo, de forma más específica, la dirección de los centros educativos exige habilidades de liderazgo en el terreno institucional, pedagógico, organizativo y de gestión, así como en el ámbito de la relación con la comunidad. Resulta evidente que para ejercer con eficacia estas diferentes modalidades se debe adoptar un determinado modelo de liderazgo y de dirección de los centros; siendo esto uno de los factores que se relacionan de forma significativa con la calidad educativa.

Se requiere un liderazgo institucional que tenga la capacidad para generar confianza y colaboración hacia el proyecto educativo que se defiende y que se practica diariamente con la colaboración de toda la comunidad escolar.

Implica no solo pilotar el proyecto educativo en toda su vertiente pedagógico-didáctica, sino conocer y reorientar de forma permanente los procesos de enseñanza y aprendizaje que tienen lugar en el centro, para dotarlos de coherencia y sumarlos a la orientación propuesta por la dirección pedagógica de la institución. El papel de la dirección ha de ser fundamental en este rol de liderazgo pedagógico, pero no ha de ser el único.

Se ha pasado de una visión centrada en los rasgos personales de eficacia, dinamismo, autoridad, habilidad para gestionar y solucionar los problemas a una definición más ligada a la capacidad de aunar voluntades sobre la base de un proyecto común, a la capacidad de comprender la cultura de la organización y promover y conducir el cambio, así como a la habilidad de adaptar el funcionamiento de la organización a los objetivos que se plantean y a la promoción de la empatía ante las nuevas situaciones.

En este escenario debemos reconocer la imposibilidad de “enseñar el liderazgo”; para aprenderlo es necesario experimentarlo y disponer del talento para que vaya desarrollándose durante el proceso.
Por todo ello y para generar competencias cada vez más complejas en sus líderes, las organizaciones crean e incorporan métodos de formación que se sustentan en principios educativos de orientación, tutoría y acompañamiento, y que pueden responder de una manera más eficaz y eficiente a sus requerimientos.

Lo más leído

skeleton





skeleton