La Real Academia Española define la palabra delirar como: “Desvariar, tener perturbada la razón por una enfermedad o una pasión violenta”.

Pues aquí estamos reflexionando sin llegar a delirar, difícil tarea en tiempos violentos, en donde los embates de distintos males se desatan contra los integrantes de la sociedad.

Tal vez en el fondo esto pudiera entenderse como un comentario pesimista, pero para ello valdría la pena observar y analizar la situación social de manera integral.

Analicemos: la vida moderna se traduce en la permanente obtención de bienes, pero la lista de esos bienes la encabezan los objetos materiales, quedando rezagados aquellos que sirven para engrandecer al ser humano.

El comentario anterior puede entenderse con el siguiente ejemplo: ¿qué cara pondrías cuando te enteras que un conocido logró salir adelante comparada con la cara que pondrías si aquel smartphone última generación que tanto deseabas llega a tus manos? Está demás dar una respuesta, pero la sonrisa que en este momento se dibuja en tus labios lo dice todo.

Esto fue una pequeña muestra de un delirio, el delirio por lo material dejando atrás lo humano. Nuestro quehacer cotidiano está enfrentando a una serie de acontecimientos pocas veces visto, o al menos no en las actuales dimensiones; por ejemplo, la violencia que hoy se aloja en las entrañas de nuestra sociedad y que abarca distintos aspectos, como los verbales, los físicos, los psicológicos y de otra índole; eso sólo trae como consecuencia delirios, sí delirios individuales, colectivos, grupales, masivos, internacionales que terminan engrandeciendo su existencia.

La influencia de este acontecer cotidiano en el hombre nos hace entender la constante existencia de seres delirantes en el mundo.

Pero la ciencia ha demostrado que la diferencia entre los integrantes del reino animal la hace el hombre por tener el uso de la razón; enriquezco este comentario con la afirmación de Leopoldo Prieto, quien asegura: “El hombre es un animal racional, o mejor aún el hombre es el animal racional”.

Entonces lo que hace “delirar” y tener perturbada la razón al hombre sólo pueden ser dos cosas: una enfermedad o una pasión violenta.

¿En cuál te encuentras tú?