"Bono catastrófico"

odríamos pensar que nuestras autoridades gubernamentales son descuidadas e incluso, en ciertas ocasiones, negligentes.

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Podríamos pensar que nuestras autoridades gubernamentales son descuidadas e incluso, en ciertas ocasiones, negligentes; pero cuando se trata de dinero la cosa parece ser diferente.

Y es que el Gobierno Federal, a través de la Secretaría de Hacienda, estableció una estrategia de corte financiero que ayuda a inyectar recursos al Fonden a través del bono catastrófico con cobertura para todo el país tanto para terremotos como para huracanes.

Este seguro le permitirá acceder al país a hasta 150 millones de dólares, por terremotos con magnitudes mayores de 8 de acuerdo con la escala de Richter, por lo que el sismo del 7 de septiembre ocurrido en Oaxaca y Chiapas sería por el único que se podría recibir dicho recurso; con ese dinero se asegura –si se usa de manera adecuada y sin desvíos- cubrir la reconstrucción de toda la infraestructura pública hospitalaria, escolar, de carreteras, turismo y vivienda de los estados y municipios afectados.

La noticia es muy importante, ya que los estados afectados por ese sismo son los catalogados con mayor rezago y pobreza de nuestro país; con esto, no sólo han sacudido las placas tectónicas de México, sino también la solidaridad de los mexicanos hacia los afectados, provocando una energía desbordada de nuestro pueblo fiel y noble.

La nobleza de nosotros mexicanos ha salido una vez más a luz pública, cuando la sociedad civil organizada toma las calles para ayudar en todo lo que sea humanamente posible; lo anterior, contrastante con una clase política ausente y con unos partidos políticos deshumanizados. Estas mismas autoridades deben estar conscientes de que, aunque los mexicanos somos nobles, no seremos nunca más conformistas, que estamos y estaremos atentos a que las labores de reconstrucción no sean lentas, ni se posterguen; que ni por un solo motivo piensen no reconstruir con transparencia viviendas, infraestructura carretera, eléctrica, hidráulica, escolar y hospitalaria en los estados afectados. Que su muerte anuncia la de los partidos políticos se puede adelantar aún más si la reconstrucción se convierte en ficción o simulación.
Hoy la sociedad civil que está en las calles ayudando, de manera directa o indirecta, está más y mejor organizada que hace 30 años, ahora puede y sabe distinguir entre un desastre natural y un desastre administrativo.

En un mundo ideal esta tragedia nos estaría dando la oportunidad como ciudadanos de separar y hacer a un lado de una vez por todas el mal, la corrupción, la violencia, la inseguridad y lo que por años no ha logrado unirnos. Este es el momento para visualizar que el lado de la honestidad está en nosotros como ciudadanos. Tal vez el verdadero bono catastrófico después de todo no será económico, sino más bien humano.

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