Carta abierta

Los que me conocen saben que no me gusta hablar por teléfono, pero tampoco he encontrado la forma de estar solo.

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Los que me conocen saben que no me gusta hablar por teléfono, pero tampoco he encontrado la forma de estar solo; soy una persona bastante emocional, lloro cuando leo libros o escucho algunas canciones, lloro cuando algo me parece injusto o cuando no encuentro las palabras para expresar aquello que me ha hecho daño, sueño a todas horas y además siempre tengo sueño, me gustaría cambiar de vida cada dos meses, sólo por el placer de probar algo nuevo.

No me gusta ver televisión, ni la fruta por la mañana, ni escuchar música a todo volumen, ni las personas que no saben lo que quieren, ni los silencios incómodos. No me gusta la ropa ajustada, ni las calaveras; no creo en la gente que siempre está feliz, ni en la que juzga sin tener todo el contexto y por sobre todo no creo en las mentiras a medias.

Pero sí creo y me encantan las personas que son auténticas, creo en aquellos que me sacan de mi zona de confort, en las personas que defienden las causas justas y en los que de vez en cuando se salen de sus casillas. Me gustan las personas que prefieren gastar su dinero en momentos y experiencias, en vez de hacerlo en una cena o ropa cara; me gustan aquellos que con emoción te recomiendan libros o series y los que disfrutan los videos de gatitos.

Creo en los finales felices, pero también reconozco que tal vez me toque tener uno estilo “La la Land”, creo fervientemente en mi generación, aunque algunos hayan perdido la fe en nosotros. Creo en el poder curativo de un café frío al atardecer, en la capacidad de las personas de moverse si no son felices, en las noches familiares y con amigos.

Me gusta enamorarme, y creo que es un milagro y a la vez un castigo, porque si hay algo más difícil que el amor es el desamor; amo las miradas y las sonrisas encontradas, pero no me gustan los puntos suspensivos y la escena final sin ser grabada nunca.

Pero si hay algo que de verdad me gusta y que hace que todo lo demás valga la pena es el tiempo vivido en esta última semana del año.

Te invito a que antes de plantearte propósitos y metas, te dediques unos momentos a conocerte más, saber qué te gusta y qué no te gusta; recuerda que cada una de esas cosas, personas y situaciones te hará crecer. Nunca dejes escapar a quien sueñe cada instante en despertar en ti la más grande carcajada y, aunque somos blanco y negro queriendo vivir en un mundo de colores, sólo nos queda vivir que para morir nacimos.

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