Jóvenes y empleo

Estamos ante una de las generaciones mejor preparadas de todos los tiempos, pero que también tiene menos oportunidades laborales para explotar dicha preparación.

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Estamos ante una de las generaciones mejor preparadas de todos los tiempos, pero que también tiene menos oportunidades laborales para explotar dicha preparación.

En los años 70 y 80 la situación era diferente; las personas que lograban concluir la preparatoria tenían casi el futuro asegurado, sabían que podían conseguir un trabajo modesto, ganar un salario digno para mantener a una familia de cuatro –aunque en ese tiempo se tenían más hijos-; se tenía la certeza de tener prestaciones de ley, seguridad social, créditos de vivienda y después de trabajar de 25 a 30 años una jubilación.

Hoy la realidad dista mucho de aquella época, ahora tenemos a mujeres y hombres jóvenes con posgrado sin oportunidad de empleo o, si lo tienen, se encuentran percibiendo salarios muy inferiores a los que merecen basados en su formación y experiencia; y, en muchas ocasiones, sin ningún tipo de prestación social, ya ni soñar con acceder a una jubilación digna. Por otro lado, tenemos a otro grupo de jóvenes recién egresados que se les dificulta ingresar al campo laboral, se les exige experiencia profesional, pero no se les da la oportunidad de obtenerla; tal parece que los empleadores únicamente están dispuestos a ofrecer la oportunidad de ganar experiencia siempre y cuando el trabajo lo hagan gratis, como si la inversión de tiempo y dinero en la universidad no debiera recompensarse.

En este tiempo de precampaña y campaña, se acercarán a nosotros un sinfín de figuras de la política e independientes, pidiéndonos que les demos un voto de confianza y un voto real en las próximas elecciones, nosotros –los jóvenes- somos un grupo apetitoso para ellos, empero, debemos ser muy inteligentes para definir a quién le daremos nuestro voto; y ante un futuro que parece muy poco prometedor, tenemos la obligación de cuestionar sus propuestas acerca de cómo mejorará nuestra empleabilidad. No basta con que nos digan que habrá más y mejores empleos, sino cómo lo harán y qué instrumentos utilizarán; no basta que nos digan que habrá mejores salarios, sino cómo convencerán a los empleadores para que su promesa sea una realidad; no basta con decirnos que ahora sí podremos acceder a trabajos con prestaciones sociales reales, sino qué política pública o iniciativa legislativa proponen para hacer de esa promesa algo tangible.

Analiza muy bien al candidato o candidata, pregúntate: ¿Cómo llego a dicha posición? Porque si no fue basado en sus méritos, ¿qué te hace pensar que implementará políticas públicas que beneficien a todos y no sólo a sus cuates? Es ahora más que nunca cuando debemos utilizar nuestra habilidad de cuestionar; cada vez que te inviten a una plática, cena o caminata, recuerda cuestionar a aquel o aquella que quiere tu votos.

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