Nuevas masculinidades

Es indispensable promover espacios de análisis para el entendimiento de la masculinidad.

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Un hecho claro en la sociedad actual es que el machismo se encuentra hasta la médula de los huesos de muchas personas, lo asumen como un hecho tan normal, que cualquier visión diferente, aun cuando las o los beneficie, resulta totalmente imposible.

Ante eso, es indispensable promover más espacios de análisis y reflexión para el entendimiento de la masculinidad, de la construcción social de la misma y cómo repercute en su relación con otros y otras; es necesario hablar sobre la construcción de una nueva masculinidad y de los nuevos roles que debemos asumir los hombres para una convivencia más justa y leal.

Cuando menciono la construcción social de la masculinidad, hago referencia a todo aquello que se nos enseña desde la educación formal e informal sobre qué debe hacer, sentir y pensar un hombre. Pondré un ejemplo: si un hombre, de cualquier edad, comienza a llorar, la gente le dirá: “No llores, llorar es cosa de niñas”. Esta expresión es producto de una construcción social machista y claramente una tontería, ya que los hombres tenemos tantas glándulas lacrimales como una mujer; si la naturaleza no hubiera querido que pudiera llorar, no las tendría, por lo tanto, no es una división natural, es una división social.

A las mujeres se les educa para tener y potencializar cualidades como el amor, la confianza, la sinceridad, la honestidad y el respeto, todas normalmente asignadas a lo femenino y que no se traducen en acciones reales en la sociedad, ya que vivimos en un mundo dominado por hombres machistas. Es precisamente esta división social la que nos coloca en tanto riesgo; aunque he hablado con anterioridad del tema, éste parece no ser tan importante para las autoridades.

La construcción de una masculinidad machista lo único que logra es más violencia, más asesinatos, más feminicidios; como Estado y como sociedad tenemos que abrir un frente unido y único que permita construir y aceptar nuevas formas de pensar. Se debe educar a los hombres, todos, para que sepan que las mujeres no son objetos, no son productos de su propiedad.

Es necesario enseñar nuevos tipos de masculinidades, más equitativas y justas. Y cuando digo que el hombre debe desarrollar cualidades femeninas no me refiero a que deba imitar a las mujeres de manera literal. Las mujeres y los hombres somos diferentes, somos particularmente únicos; lo que debemos romper es la jerarquización en que la sociedad ha colocado a los hombres en un sitio por encima de las mujeres; sólo así podremos llegar a un punto en el que el mundo se transforme en más feliz y justo y en el que la violencia contra la mujer sea cosa del pasado.

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