He observado que la forma de solicitar recursos para causas altruistas de la sociedad civil está preferentemente ligada a la publicidad y reconocimiento público que se ofrezca al donante. Esto limita la capacidad de obtener más y con mayor frecuencia donaciones que están disponibles, pero que, por falta de argumentación comprobable, no llegan a la población que las requiere.

Estoy seguro de que los donantes de nuestro Estado están en la mejor disposición y deseosos de donar, pero es necesario presentarles casos con necesidades comprobables a primera vista, acompañados de un plan de desarrollo que incluya necesidades en efectivo y especie, plazos de aplicación de los recursos, mecanismos de evaluación periódica y fecha de conclusión del proyecto.

Con eso, difícilmente un donante identificado con la causa dejará de donar. Ya el punto no es si dona o no, sino el monto de la donación, la recurrencia de la misma y finalmente el incremento del monto para futuros proyectos.

El monitoreo de la aplicación del recurso, tan frecuente como el donante lo requiera, garantiza a cualquier asociación filantrópica un donador recurrente que irá incrementando su confianza y su donación. Donaciones garantizadas recurrentes permiten establecer planes de desarrollo y crecimiento de las asociaciones. Profesionalizar la procuración de recursos, mediante comisiones y bonos, es mejor que engrosar la nómina, que en tiempos difíciles puede llevar al extremo de no disponer de recursos para la causa.

La realización de actividades sociales propias de su causa, como concursos, rifas y campañas de procuración, tendrán a los asociados vibrantes bajo la mirada permanente de la comunidad. Del principio y hasta el final son los héroes de los logros y penetración en la simpatía del público.

Esto requiere medios de comunicación que mantengan informada a la sociedad, para que responda satisfactoriamente cuando se le requiera.