Corriente que fluye con potencia en el tercer sector. En Ginebra se establece la primera DECLARACION DE LOS DERECHOS DEL NIÑO. A raíz de este evento han surgido innumerables iniciativas, cayendo casi todas en el campo de la manipulación política y perdiendo su verdadera esencia.

El documento y los subsiguientes contemplan el aspecto legal de los derechos de los niños y dejaron a un lado otros como la familia, formadora de este maravilloso segmento de la humanidad, sin preocupase previamente de la calidad que en el seno de ésta prevalece y que esos niños de ayer son los ciudadanos que hoy gobiernan y desorientan al mundo.

Se requiere urgentemente una reingeniería en cuanto a los programas educacionales tanto académicos como sociales, que exhiban claramente el fracaso de instituciones gubernamentales y sociales. En consecuencia que abran camino hacia el cambio de paradigmas.

El ejercicio de lo que querían ser nuestros gobernantes cuando niños es bueno, pero ahora los niños sueñan con ser como nuestros gobernantes y eso es realmente peligroso.

Es necesario reconocer el fracaso de gobierno e instituciones religiosas en la formación de los ciudadanos y que no pretendan que ahora sus sucesores continúen con las mismas prácticas para cubrirles las espaldas. El problema rebasa los intereses personales, partidistas y religiosos. Acepten que están equivocados, que desviaron el rumbo de los sanos intereses sociales y no pretendan ser ejemplo ni buscar reconocimientos inmerecidos. Humildad y cambio a costa de sus deterioradas imágenes.

EL TERCER SECTOR, renovado, ampliado hasta el ámbito familiar, actualizado en programas con la permanente orientación psicológica de sus actores, debe tomar parte activa y exigir el cambio a los organismos gubernamentales y prescindir de lo que en forma de dádivas recibe en muchos casos para ser realmente lo que debe de ser y… se ha olvidado.