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Felipe Escalante                                                                                                                        Inspirados en el agente secreto Cholomán, creado por el genial actor Héctor Herrera, utilizamos el tirahule para emprender nuestra acostumbrada cacería de gazapos.

Según el tumbaburros, por otro nombre Diccionario de la Lengua Española, gazapo es un conejo recién nacido, y también el error que se comete inadvertidamente al hablar o escribir. Uno se da cuenta de la falla cuando ya se ha impreso.

Alistemos, pues, nuestro arsenal, y comencemos la caza:
-Nuestro tirahule apunta al noticiero televisivo de Adn40.

La primera pedrada es para un gazapo atrapado en el título de una información relacionada con la reciente consulta por el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

La representante de un partido político dice que se impugnará el resultado de la consulta, por carecer de legitimidad legal. Acudimos al Dele: “Legitimidad” es calidad de legítimo.

Y esta en su primera acepción significa “Algo conforme a las leyes”. Según el Dele, la palabra “Legal” quiere decir “Prescrito por la ley y conforme a ella”. Al decir, entonces, legitimidad legal, la representante partidista incurre en pleonasmo. Lo correcto sería decir que la consulta carece de legitimidad.

-Cargado con dura piedra, el tirahule apunta ahora el Facebook. Vemos a algunos usuarios de esa red social compartir una imagen del Compendio Ilustrado del Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Manuel Antonio Carreño, “versión original para el uso de las escuelas de ambos sexos”.

A ver, a ver: ¿Las escuelas tienen sexo? ¿Puede alguna escuela tener ambos sexos, ser hermafrodita, o sea, tener al mismo tiempo el sexo masculino y el sexo femenino? ¿En caso de actualizarse el Manual, habría que agregar a las escuelas transexuales o transgéneros?

En buen lío nos hemos metido. Bonito gazapo.
-Empuñamos de nuevo el tirahule provisto de otra piedra y seguimos atentos al Facebook.

En defensa de su masculinidad los Varones Unidos publican un largo título: “Feministas siguen insistiendo en que sería injusto que haya más hombres trabajando en tecnología, a pesar de que las mujeres no eligen estas carreras”.

Aquí se hace mal uso de la expresión “siguen insistiendo”. Veamos por qué. Según el Dele, insistir tiene los siguientes significados:

“1. Descansar una cosa sobre la otra.

2. Instar reiteradamente.

3. Persistir o mantenerse firme en una cosa.

4. Repetir o hacer hincapié en algo”.

A su vez, “seguir”, en la acepción que nos interesa, es continuar lo empezado. Con solamente decir “insistimos” señalamos que repetimos algo.

Podemos insistir indefinidamente, o sea, reiterar nuestra instancia o repetir un hecho. Es correcto decir “insisto en mi petición”.

Pero es un error decir “sigo insistiendo en mi petición”. Seguimos insistiendo es un pleonasmo que debemos evitar.
Hasta el próximo tirahulazo.

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