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Son cada vez más las voces quea dvierten que nuestro país se enfila a encarar, a partir del 1 de diciembre, “el poder destructivo de una Presidencia sin freno o contrapeso”, en un escenario que se va configurando con los proyectos y estrategias que anuncia anticipadamente Andrés López; escenario en el que juega también papel protagónico el partido Morena, que ya empezó a imponer su voluntad totalitaria en el Congreso, usando un recurso político que toda la oposición censuraba cuando lo utilizaba el PRI: el mayoriteo legislativo.

Mucha tinta se utilizó en su tiempo para condenar las siete décadas de hegemonía priista en las que la oposición no contaba a la hora de legislar. Pero ya se ve que el poder enloquece y cambia dramáticamente a cualquiera.

El equilibrio de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial es o debe ser una de las bases del sistema democrático que debe servir para que los mexicanos accedan a un desarrollo económico y social que algún día haga desaparecer o reduzca sustancialmente las diferencias entre los mexicanos que tienen poco y los que todo lo tienen.

Pero una Presidencia sin contrapeso propiciará que el país repita errores históricos que ya debería haber superado y excluido de su presente y futuro.

Muy conocidas son las consecuencias que tiene permitir que la voluntad de un solo hombre sea la que decida el camino de un país, y si bien el presidente Andrés López insiste en que no se perpetuará en el poder, y que todas las decisiones importantes las tomará consultando al pueblo, sus acciones y declaraciones siembran la duda sobre si cumplirá su palabra, y más bien nos inclinan a pensar que hará lo que quiera; si acaso tratará de disimular, como en el caso del Tren Maya, proyecto para el cual anunció una consulta popular que se realizará este mismo mes, y al mismo tiempo reveló que en diciembre arrancará el proyecto del que poco sabemos: ¿cuál será su impacto ambiental en la Península de Yucatán (parece obvio que ese golpe será grande)? ¿Será autosustentable económicamente o nos costará más dinero de nuestros impuestos?

La información clara y verdadera será, parece seguro, un bien muy escaso en el siguiente sexenio federal.

Y una Presidencia sin freno ni contrapeso solo vendrá a favorecer una conducción nacional errática y una política populista que rehúye atender las necesidades de una verdadera comunicación social. ¿Nos equivocaremos…?

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