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Como maestro de matemáticas, cuántas veces no he escuchado a mis alumnos justificar sus escasos aprendizajes mediante frases como: “A mí no se me dan los números” o “no entiendo nada de lo que enseña”. Esto es común porque los alumnos no quieren esforzarse o tienen miedo a ser reprimidos si se equivocan. Refleja que llegan a la escuela con una mentalidad cerrada, es decir, que está sujeta a la creencia de que ciertas habilidades son innatas y no se pueden desarrollar a través del aprendizaje. Es necesario darles confianza y decirles que los errores son parte del proceso de aprendizaje y que la facilidad de resolver problemas en corto tiempo no indica un mayor grado de inteligencia. Es necesario transformar esa mentalidad en otra mentalidad de lo posible.

Para los maestros, enseñar matemáticas es un gran reto por la forma en que la sociedad concibe esta ciencia; sin embargo, debemos pensar en la asignatura de otra forma y es necesario hacerlo para convencer a los niños de que los números son atractivos, si se aprenden a través de métodos pedagógicos agradables y no necesariamente aburridos y complejos. Tradicionalmente los maestros y los libros son los que cuestionan a los alumnos sobre cómo resolver un problema utilizando procedimientos: repetir pasos para obtener una respuesta correcta, pero no dejamos que ellos se apropien de la situación como tal y formulen sus propios cuestionamientos que los lleven a encontrar la solución sin utilizar las viejas recetas del maestro. Siempre les damos las definiciones de área, volumen, perímetro, pero no dejamos que ellos construyan las propias que al final nos da el verdadero aprendizaje. No olvidemos que los grandes matemáticos preguntan, adivinan, teorizan y hacen trabajos basados en la retroalimentación que se hace sobre sus conjeturas y ese debe ser el objetivo en la clase de matemáticas: formar matemáticos.

Otro gran error que cometemos los maestros es cuando enseñamos un solo método o procedimiento como el único camino para resolver un problema. En lugar de esto, debemos enseñarles a los niños múltiples caminos basados en sus diferentes intereses y aptitudes para motivar su creatividad y que puedan formular sus propias formas de resolver problemas. Conducirlos por muchos caminos es descubrir otro mundo de posibilidades más creativas, más interesantes y divertidas para aprender.

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