Leemos pero no entendemos (I)

¿Por qué un alumno entrega, en menos de una hora, un cuestionario de 50 reactivos cuando el tiempo es de dos horas?

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Una vez más, la prueba Planea que se aplica a los alumnos del sexto grado de primaria y tercer grado de secundaria (por cierto este año sólo se aplicó a escuelas piloto y no a la generalidad como se acostumbraba desde años atrás) evidenció las dificultades por las que pasan los alumnos a la hora de resolverla; basta explicarse por qué un alumno entrega resuelto un cuestionario de 50 reactivos en menos de una hora cuando contestarlo adecuadamente le llevaría más de dos horas. Las miradas de preocupación y las constantes preguntas como: ¿Qué voy a hacer, maestro? Nos indican que los alumnos sí leen, pero no comprenden lo que leyeron, sobre todo cuando de matemáticas se trata.

Resulta incomprensible que, a pesar de que en sesiones del consejo técnico escolar se diseñaron y aplicaron actividades enfocadas a mejorar la comprensión lectora de los alumnos, éstos todavía no comprenden bien lo que leen; para los directivos, la culpa se la tienen los maestros que no enseñan. Viviendo en carne propia esta experiencia, he tratado de encontrar una respuesta al enigma: si echarles la culpa a los maestros que los atendieron en los últimos años, sobre todo cuando de deslindar responsabilidades se trata, y precisamente leer fue mi solución.

Buscando y leyendo artículos me encontré con uno de Alejandro de la Mora Ochoa, académico del departamento de Humanidades de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, que explica muy convincentemente el problema de la lectura en nuestro país; de entrada, nos dice que aprender a leer antes de los seis años activa en el cerebro sólo mecanismos de memoria y no de comprensión, lo que incluso puede llevar a algunos alumnos a llegar a licenciatura sin entender los textos y con problemas de escritura y que no debe sorprendernos que el país ocupe los últimos lugares en lectura del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Una tendencia errónea muy generalizada es que en escuelas primarias se imponga como requisito de ingreso saber leer y escribir o que los padres de familia presionen para que los niños adquieran esas destrezas en preescolar, sobre todo cuando de escuelas privadas se trata, venden a los padres esa destreza cuando en realidad dañan el desarrollo de las capacidades cognitivas del niño. Continuará la próxima semana.

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