Leemos pero no entendemos (y II)

Especialistas señalan que presionar a los niños para que lean antes de consolidar sus capacidades cognitivas afecta su maduración.

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Continuando con el tema de la comprensión lectora, muchos especialistas señalan que presionar a los niños para que lean antes de que consoliden e integren sus capacidades cognitivas afecta su maduración, ya que los procesos de adquisición se relacionan con bases neurológicas, por lo que es necesario el desarrollo de conexiones que permitan hacer la inferencia y secuenciación relacionados con vincular el equivalente de un sonido a una grafía, y el valor que tiene ésta junto a otra en términos de sonido. La adquisición del lenguaje para el aprendizaje de lectura y escritura depende de factores fisiológicos, sociales y cognoscitivos a que el niño se enfrenta durante su desarrollo inicial.

Para Amalia Gordóvil, psicoterapeuta infantil, la enseñanza formal de la lectura debe respetar la maduración neurológica de cada niño, fijar una edad para aprender a leer es erróneo. Se debe estimular la curiosidad del niño, al principio con actividades lúdicas relacionadas con la lectura, como leerle cuentos cortos, fábulas y, a partir de ahí, introducir poco a poco aprendizajes más complejos.

A diferencia de lo que sucede con el lenguaje oral, el aprendizaje de la lectura no es espontáneo, requiere de prácticas educativas concretas; se deben adquirir conocimientos previos vinculados con la maduración neurológica que se correlacionan positivamente con la edad. Cuanto mayor es el niño, más maduración hay.

Las últimas investigaciones neurológicas han comprobado que la lectura activa el sistema sensorial y otras áreas vinculadas con las funciones de lenguaje, la memoria y la atención. Pensar en que todos los niños de seis años deben saber leer es contribuir a la frustración y desinterés de los que tienen un ritmo de desarrollo diferente; ellos aprenden jugando y ésta debe ser la prioridad en estas edades; no se debe forzar una maquinaria que todavía no está a punto. Así que llenarse de orgullo al expresar: “Mi hijo ya lee desde preescolar”, en realidad no es más que la simple memorización de sonidos y grafías y dista mucho de la comprensión de lo que lee; en esta etapa el daño ha comenzado. Sentar a los niños pequeños frente a un televisor para mantenerlos tranquilos o dejarlos a merced de las tabletas y celulares equivale a condenarlos al fracaso escolar, el cual les traerá graves consecuencias en su desarrollo integral.

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