Educación pobre para los pobres

Es impresionante el dato, ya que refleja todos los aprendizajes acumulados desde su infancia.

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Según resultados de la prueba Planea que se aplica a los estudiantes que están terminando la preparatoria, de cada 10 educandos tres no pueden identificar las ideas centrales de un texto de opinión, y seis de cada 10 no lograron adquirir las competencias elementales del álgebra.

Con estos datos cabe preguntarse ¿a qué se debieron los bajos resultados del aprendizaje? La respuesta no resulta ser tan simple, pues en la educación intervienen múltiples factores escolares y sociales que inciden en el aprendizaje. Si sumamos las deficiencias obtenemos que un sorprendente porcentaje de alumnos no saben lo que deberían saber y menos del 10 por ciento aprendieron lo que deberían saber según el plan de estudios.

Es impresionante el dato, ya que refleja todos los aprendizajes acumulados desde su infancia; es decir, la muestra de lo que se aprendió, tanto dentro como fuera de la escuela. El aprendizaje de la mayoría de los alumnos se ve afectado tanto por las condiciones socioculturales de los contextos familiar y social, como por la eficacia de la escuela; tan es así, que, a mayor ingreso económico y nivel educativo de los padres, mayores son las calificaciones de los hijos; por otra parte, la organización escolar, el liderazgo de los directores y la eficacia pedagógica de los docentes pueden atenuar, en diferentes circunstancias, el impacto negativo de los bajos niveles socioculturales de las familias, aunque esto último no es determinante, pues sólo mitiga el rezago.

En la geografía nacional, el contexto de pobreza de una escuela acentúa las deficiencias de los alumnos y, en consecuencia, propicia bajos niveles de aprendizaje; desafortunadamente la abrumadora mayoría de los estudiantes pobres de México asisten a escuelas con carencias de todo tipo; nuestro sistema educativo segrega a los escolares por su nivel socioeconómico y los discrimina por su nivel de aprovechamiento, junta a los buenos con los buenos (escuelas al cien), les da las mejores condiciones y recursos adicionales, en tanto a la mayoría los limita. Por eso hay tan profundas brechas, aun en las mismas ciudades, porque el origen es también el destino. Lejos de contribuir a la equidad, es factor de desigualdad, y falta de oportunidades. Los continuos recortes al gasto educativo llevan al fracaso cualquier intento de mejora educativa con programas emergentes a manera de limosnas.

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