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Aún no ha empezado la era morenista, pero el partido que tiene mayoría en las cámaras ya presentó la iniciativa para dar marcha atrás a la controvertida Reforma Educativa y, de paso, desaparecer el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, pero ¿será lo mejor?

Es un acierto que el presidente electo convoque a distintos actores para trabajar en el rumbo que debe seguir la educación del país; maestros, estudiantes, padres de familia, sociedad civil y expertos en materia educativa deben participar en la construcción de un modelo óptimo, que garantice una educación laica, de calidad y que verdaderamente se base en el progreso científico, en el criticismo y la reflexión, más que en la operatividad mecánica de los estudiantes.

Para ello, debemos comprender que educación, mucho más que la simple transmisión de conocimiento maestro-alumno, es un sistema complejo de métodos y políticas públicas y de maneras de concebir a una sociedad. Por eso, para lograr un modelo educativo adecuado, resultará importante revalorar el papel de las ciencias sociales y las humanidades dentro de los programas escolares, destinar mayores recursos a la investigación y al desarrollo científico y tecnológico; está comprobado que los países que más invierten en estos campos son los que alcanzan un mayor nivel de desarrollo y bienestar social.

Se tendrá que invertir en mejorar las escuelas rurales y habrá que modificar los criterios del Sistema Nacional de Investigadores, que condicionan la permanencia con cuotas cuantitativas de publicaciones, en lugar de privilegiar criterios cualitativos. En fin, un modelo educativo robusto requiere de repensar todo un sistema y su funcionamiento, ya que la educación está íntimamente relacionada con todo; desde lo que se enseña en casa, hasta la actuación del aparato estatal.

Y también, cabe mencionarlo, requeriremos de profesionales capacitados para llevar a cabo la labor docente, por lo que la evaluación es necesaria. Los maestros son pilar fundamental de un país, pues forman a sus ciudadanos. Eso sí, se requiere una evaluación justa y adecuada a las condiciones particulares de cada entorno: al menos en el futuro inmediato, no podemos evaluar igual al maestro rural que al de ciudad, ni al del norte con el del sur.

Asimismo, es responsabilidad del Estado garantizar la educación continua y capacitación de sus docentes, objetivo para el que se supone fue creado el INEE.

Hablar de educación es hablar del destino de nuestra sociedad, por lo que todos debemos ser protagonistas y no simples espectadores.

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