El Equinoccio de Dzibilchaltún: 35 años de su hallazgo (1)

Conjugación del sol, el milenario Templo de las Siete Muñecas y la sabiduría maya en el imponente fenómeno.

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Aquí se transcribe la nota del periódico Novedades de Yucatán del 8 de octubre de 1982, escrita por don Luis Ramírez Aznar, en la que se dio a conocer por primera vez el Equinoccio en las Siete Muñecas de Dzibilchaltún.

Equinoccio de Dzibilchaltún es un espectáculo maravilloso. Conjugación del sol, el milenario Templo de las Siete Muñecas y la sabiduría maya en el imponente fenómeno.

Un espectáculo maravilloso, en el que los dos principales protagonistas son el Sol y el Templo de las Siete Muñecas, edificio con 1,250 años de antigüedad, como fue visualizado por José Guadalupe Huchim Herrera, custodio de Dzibilchaltún y estudiante del primer año de arqueología en la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yucatán. Con la ayuda técnica del arqueólogo Víctor Segovia Pinto, se pudo comprobar un singular equinoccial en Dzibilchaltún, precisamente el día del Equinoccio de Otoño.

José Guadalupe, con su inquietud arqueológica, tuvo la idea –según nos relató- de que habiendo frente al Templo de las Siete Muñecas otro edificio unido por un sacbé, podía haber un fenómeno equinoccial en el sitio. Huchim Herrera comunicó al arqueólogo Segovia Pinto su inquietud y éste de inmediato comenzó a trabajar en el laboratorio y posteriormente se trasladó a Dzibilchaltún con 10 días de anticipación, con el objeto de estar seguro de dicho acontecimiento astronómico.

Así, Segovia Pinto y Huchim Herrera comprobaron que el fenómeno se iba a realizar, puesto que el Sol, en su movimiento aparente, continuaba su viaje astronómico hacia el Sur para pasar por el Equinoccio de Otoño y finalmente por el Solsticio de Invierno, esta vez para retornar a lo que ya se había recorrido.

Fuimos invitados por Segovia Pinto para ser testigos del Equinoccio de Dzibilchaltún. Había que levantarse muy por la mañana para viajar al lugar, pues el espectáculo sería visible a las 7 en punto. En unión de otro apasionado de la arqueología, David Heredia Montañez, llegamos a Dzibilchaltún, donde nos esperaban Segovia Pinto y Huchim Herrera. Hubo que echar mano del machete para cortar ramas de árboles que obstruían la visibilidad y más que nada para ubicar las cámaras fotográficas. Así, el reloj continuaba su marcha hasta que, faltando cinco minutos para las siete, fuimos advertidos por Segovia Pinto de que faltaba ya poco para el espectáculo.

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