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Cada año, en la temporada de huracanes, hay un lapso durante el cual nuestros corazones se ponen a latir al máximo, es el que va del 15 de agosto al 30 de septiembre y que, cuando son temporadas muy intensas -no es el caso de este año-, incluso abarca hasta el 15 de octubre.

Este periodo de máxima expectativa está dentro de la segunda etapa de la temporada de ciclones tropicales, que abarca del 1 de agosto al 30 de noviembre, día en que finaliza oficialmente el lapso fijado por los meteorólogos para la ocurrencia de esos fenómenos.

Al plazo ya señalado se le conoce como la parte más activa de la temporada de huracanes. ¿Por qué se le conoce así? Porque en esa etapa el agua superficial de los mares de toda la cuenca del Atlántico ya tiene la temperatura adecuada para alimentar a los posibles huracanes y las condiciones son ya propicias para la formación de estos fenómenos meteorológicos.

Para la Península de Yucatán ha sido históricamente una época muy triste en cuanto a la llegada de los huracanes; constancias de ello hay muchas: en el muy remoto 1955 el huracán Janet, que destruyó a fines de septiembre a Chetumal; luego, también en septiembre, pero de 1967, el poderoso huracán Beulah (categoría 5 en la escala Saffir-Simpson), que cruzó la Península de Yucatán y devastó la isla de Cozumel y el noreste del Estado de Yucatán.

Cómo olvidar a Gilberto, también de categoría 5, el llamado huracán del siglo, que llegó a mediados de septiembre de 1988 y que a su paso por varios países causó muerte y detrucción y que aún se recuerda con mucho temor en Yucatán.

En el Estado, el último gran huracán que llegó fue Isidoro, a fines de septiembre de 2002 y también nos afectó terriblemente.
De modo que septiembre no solo es el mes de la patria, sino que para nosotros en Yucatán es el mes durante el cual más huracanes y más intensos y catastróficos nos han afectado.

Ustedes dirán, sin embargo, que este año va muy tranquilo y así es, pero no hay que bajar la guardia; tenemos mucho en contra, la principal amenaza es que vivimos en una zona que siempre ha sido afectada por huracanes y la historia nos dice que septiembre es nuestro peor mes.

La próxima semana repasaremos las previsiones que ya deberían de estar listas a estas alturas y que siempre se deben tomar.

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