Los antivitos de Chiapa de Corzo (1)

José del Carmen Alegría Nandayapa, escritor de Chiapa de Corzo, hizo un relato acerca de unos seres sobrenaturales que en la región se les conoce como antivitos (antigüitos).

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José del Carmen Alegría Nandayapa, escritor de Chiapa de Corzo, hizo un relato acerca de unos seres sobrenaturales que en la región se les conoce como antivitos (antigüitos). Son diminutos, con cuerpos de niños, pero con la apariencia de un adulto. Usan barbas largas y ropa de manta humilde.

José cuenta que hace mucho existió en la población citada una señora llamada Pilarcita, de unos 85 años de edad, que vivía en la última calle del pueblo. Contaba a las personas que llegaban a visitarla que hace muchos años habitaban los antivitos por toda la orilla del Río Grande.

Estas entidades pasaban caminando por la casa donde vivía Pilarcita y seguían con dirección al templo de Santo Domingo de Guzmán. Cuando estaban de vuelta, platicaban con ella. Estos pequeños seres moraban por todo el pueblo y cuidaban a sus habitantes. Los antivitos vivían en un lugar muy bonito, en el que había muchos árboles frutales y agua fresca y cristalina.

En otras ocasiones, continuó Pilarcita, estos míticos personajes, en vez de utilizar las calles, entraban a unos túneles subterráneos que había en el templo; de allí partía otro conducto hasta desembocar en el Cañón del Sumidero.

Cuando los antivitos platicaban con Pilarcita casi no se les entendía nada. Hubo ocasiones en que dejaron algunas de sus pertenencias en la casa de la señora. Entre sus bienes había ropa, canastitas, cantaritos y otros objetos de barro. Cuando Pilarcita suponía que los antivitos no regresarían, iba a ver lo que le habían dejado. Pero se sorprendía debido a que no encontraba nada de lo que habían guardado.

En cierta ocasión, tres personas siguieron a los antivitos para ver a dónde iban. Pero jamás regresaron. Se cree que penetraron en el huerto donde los antivitos moraban. El caso es que nunca más se supo de aquéllos.

Los antivitos gustan de salir a las calles por las noches para hacer muchas travesuras, como tirar piedras a la gente o bailar. Pero también se cuenta que en una ocasión uno de ellos disparó y mató al Mayor de Casas Grandes, militar que pertenecía a las tropas conservadoras (Continuará).

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