Los padres del maíz (y 2)

Mok Mamá y Mok-Atá, madre y padre del maíz, abandonaron Coyatoc porque la gente menospreciaba el grano sagrado.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Mok Mamá y Mok-Atá, madre y padre del maíz, abandonaron Coyatoc porque la gente menospreciaba el grano sagrado. Cuatro ancianos fueron por ellos a San Cristóbal de las Casas para convencerlos de que regresaran con la promesa de que serían tratados con respeto.

Cuando los ancianos zoques llegaron ante los padres del maíz no les dio mucho trabajo convencerlos, pues Mok Mamá y Mok-Atá no estaban contentos, porque no entendían la lengua de los tzotziles y, como hacía mucho frío, sus hijos no se desarrollaban bien.

Al regresar a Coyatoc fueron recibidos con fuegos artificiales, música de marimba, abundantes tamales y cerdo al horno. La gente danzó y bebió aguardiente sin límite. Todos estaban felices y les aseguraron a Mok Mamá y Mok-Atá que los estimarían mucho y prometieron que cuidarían el grano que les da la vida. Pero les pidieron que no se fueran otra vez. Los padres del maíz regresaron a su cueva de donde habían salido.

Ashnú, el Burro de Oro, quien daba riquezas a sus adeptos, se enojó mucho por el retorno de estos personajes y empezó a instigar a sus seguidores para impedir el festejo.

Cuando los habitantes de la cercana Ixtapa se enteraron de este conflicto, aprovecharon el caos para robar al Burro de Oro. A esto se debe que la región de Ixtapa se volviera rica. Fundaron grandes fincas agrícolas y ganaderas, mientras que los habitantes de Coyatoc, hoy Tuxtla Gutiérrez, se quedaron pobres, pero con su maíz, y ahora es la capital del Estado.

Desde entonces los de Coyatoc respetaron y cuidaron mucho el maíz. Fomentaron su aprecio con rituales y relatos.
A los niños de ahora se les enseña que los granos de maíz no deben quedar tirados, porque son el “pan nuestro de cada día”.
Se aconseja que, si alguien lo arroja por descuido, lo recoja inmediatamente. Si no lo hace, se considera una injuria y Dios lo castigará, pues algún día no tendrá alimento y sentirá hambre.

Lo más leído

skeleton





skeleton