La veta negra del Sombrerete (1)

La mitología también se ha desarrollado a partir de las minas; así lo constata un relato publicado por Guadalupe Cevallos Almada y Marisa Fernández.

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La mitología también se ha desarrollado a partir de las minas; así lo constata un relato publicado por Guadalupe Cevallos Almada y Marisa Fernández.

Existe en el estado de Zacatecas una mina llamada El Sombrerete, la cual produjo mucha plata desde la época colonial. En tiempos más recientes vivía cerca de ella Matías, un hombre mayor de edad que contaba con solemnidad y detalle la historia de la famosa veta negra del Sombrerete.

Afirma este hombre que, cuando era joven, trabajó en aquel lugar y los mineros extraían gran cantidad de plata. Mientras más escarbaban, más plata obtenían. Sin embargo, ellos se habían tornado demasiado ambiciosos. Cada vez querían más del mineral e, insatisfechos, protestaban y maldecían a la vieja veta negra.

El más insaciable de todos era un hombre deforme y de mal corazón llamado Pepito. Pese a que ya había reunido dinero suficiente para poder vivir bien, lo hacía miserablemente. Además siempre insultaba a la veta quejándose. Decía que con lo que obtenía sólo le alcanzaba para comer frijoles y no tenía para el pulque.

En la noche de la fiesta de San Lorenzo, todos los mineros fueron al pueblo para descansar y beber. Pepito, en cambio, le avisó a Matías que iría a trabajar en la veta negra.

El encargado de operar la canastilla de acceso, bajó a Pepito hasta al nivel de la veta y, al llegar, de nuevo la maldijo. Olvidó que todas las minas tienen un padre o dueño, que es un espíritu al cual le pertenece todo el mineral. Cuando los mineros ofenden a la cavidad, el ser sobrenatural puede cerrar la veta o volverla de plomo. Pero si le ofrendan unos cigarros o pulque, corresponde generosamente.

Cuando Matías regresó a trabajar pidió al operador de la canastilla que lo bajaran hasta la veta negra. Ya en las entrañas de la mina llamó a Pepito, pero no obtuvo respuesta, sólo escuchó el eco de su voz proveniente de las galerías. Se puso nervioso, pues se creía que en estos lugares había diablos, duendes y malos espíritus rondando. Matías no imaginó que sería testigo de un horroroso suceso (Continuará).

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