Les viene guango

Un ciudadano ya no sabe hacia dónde voltear para encontrar políticos que dignifiquen la política.

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Tres exgobernadores priistas detenidos en el extranjero en lo que va del año. Una diputada, del partido Morena, exhibida en un video recibiendo fajos de dinero. Militantes panistas señalados como los autores intelectuales y materiales del derramamiento intencional de ácido en las calles de Mérida. Con este tipo de notas, de manera recurrente en los medios, uno como ciudadano ya no sabe hacia dónde voltear para encontrar políticos y servidores públicos que dignifiquen la política y que vean en ésta un ejercicio para servir a la sociedad y buscar el bien común.

A riesgo de generalizar englobando a todos en el mismo término, actos como los perpetrados en las calles de Mérida muestran una clase política cada vez más al desnudo, como si el ácido que vertieron les hubiera salpicado, corroyendo sus vestiduras, mostrándonoslos como lo que realmente son: aves de rapiña que, en función de sus propios intereses, han envilecido la política, convirtiéndola en un medio para promover y acrecentar sus privilegios, a costa de la manipulación y atraso de la mayoría de la población.

Quizás sólo sea mi percepción; pero no recuerdo, en años recientes, un escenario político tan desacreditado, acompañado de un malestar tan generalizado hacia partidos y políticos; y lo más grave, creo yo, un desencanto de la ciudadanía con la democracia.

Cada vez es más común escuchar al ciudadano decir que está harto de la política y los políticos, optando por no acudir a votar en tiempos de elección. Lejos de pensar que esta apatía electoral es motivo de preocupación para los partidos, más bien creo -como dicen en mi pueblo- que “les viene guango”. Es decir, el abstencionismo de una gran parte del electorado los tiene sin cuidado.

En México, conforme a nuestra legislación electoral, gana el que obtiene el mayor porcentaje de votos (no es necesaria una mayoría absoluta). Como bien dijo Carlos Loret de Mola, la estrategia es mantenerse como “el más alto de los chaparros”. En este sentido el abstencionismo beneficia a los partidos, pues ellos ya tienen el voto duro de su base. Con éste y unos pocos puntos porcentuales más pueden ganar una elección. Muy diferente sería su escenario si a la hora de votar los ciudadanos fuéramos más participativos.

Criticar a la clase política es lo fácil, pero nosotros -los ciudadanos- somos la otra cara de la moneda; para estar a la altura del país que queremos, nuestra tarea es participar. Si no nos gusta lo que están haciendo los partidos políticos nuestra mejor arma es el voto. Como dijo Barack Obama en su discurso de despedida: “El funcionamiento de una democracia y el bienestar de un país requieren más de ciudadanos comprometidos que de políticos profesionales”.

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