La familia, eje de políticas públicas

Es necesario trabajar para que se armonicen tres actores claves de la sociedad: familia empresa y Estado

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Para muchos es palpable la situación que enfrenta la familia, no sólo en México, sino en prácticamente todo el planeta, independientemente de qué lugar se ocupa en la OCDE.

Empleo, educación, economía, salud, servicios, transporte y desarrollo son sólo algunas de las manifestaciones en donde se ve la afectación que está sufriendo la familia.

Si se analizan estadísticas de los últimos años, veremos que la familia estaba mejor compuesta, más sana e integrada que ahora, vemos más divorcios que antes, vemos parejas que en lugar de hacer equipo, compiten, y notamos que en muchos hogares hay ausencia de mamá y en otras de mamá y papá.

Sin ánimo de generalizar, observamos que la situación económica ha llevado a muchas mujeres a ingresar al mercado laboral no tanto como un deseo de realización profesional –que sería muy válido- sino por necesidad sacrificando con ello muchas veces a su familia toda vez que el mercado laboral les exige demasiado y no hay muchos empleos compatibles con su condición de madre.

Para las mujeres supone también un riesgo a la salud debido a la doble jornada de trabajo, pues existe una relación estrecha en el incremento de los problemas de tensión psicológica, ansiedad, depresión, irritación y estrés laboral.

Una solución posible a esta problemática se ha presentado desde España, el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) cuenta con un Centro Internacional de Trabajo y Familia, quienes promueven la conciliación de ambos para permitir que mujeres y hombres puedan disfrutar una vida familiar a plenitud.

Si el interés de los gobiernos está orientado a lograr el mayor bienestar posible y éste se relaciona con que hombres y mujeres puedan vivir una vida plena, donde sea posible preservar a la familia, entonces es necesario trabajar para que se armonicen tres actores claves de la sociedad: la familia, la empresa y el Estado, quienes tienen un papel destacado y por ende deben aportar a la solución lo que de suyo les es propio.

En el Senado ya se cuenta con una Comisión de Familia, en algunas legislaturas locales también; desde allí se dan a la tarea de revisar la legislación pertinente y ver desde ese ángulo como podrían implementar políticas públicas que favorezcan a ésta, pero falta incorporar la visión de la familia y de la empresa para lograr más, estos actores se tienen que escuchar, tienen que intercambiar ideas desde sus respectivas posiciones; un medio puede ser contar con consejos estatales y municipales de familia que se preocupen por crear conciencia del valor económico y social de la familia y así facilitar la corresponsabilidad.

Ya se cuenta con un estudio importante de la UNAM que involucra las cifras de México, ‘Familia y Bienestar en Sociedades Democráticas’; éste sería el punto de partida para trazar una ruta de acción.

En España ya se dan con éxito estímulos económicos, horarios flexibles, reducción del IVA en algunos productos, ampliación de baja por maternidad como opción sin goce de sueldo, licencia de paternidad por tres meses y leyes contra la violencia obstétrica.

Las empresas se benefician con bajo ausentismo y mejora en la producción lo que de inmediato reditúa y pueden ofrecer aún más para un ganar-ganar.

A los legisladores les toca reformar las leyes para hacerlo viable. Y a la sociedad seguir velando por la familia porque ¡Si importa!

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