Virtudes y endorfinas

¿Sabías que tres tipos de "hormonas de la felicidad"?

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Algunas personas ya saben que existe una estrecha relación entre la práctica de las virtudes y la producción de endorfinas, siendo estas ultimas sustancias naturales producidas en el cerebro reguladas por la hipófisis y que actúan sobre el sistema nervioso central y periférico.

Si ello es así, muchos podrían preguntarse ¿cuál es esa relación de la que estamos hablando? Resulta que las endorfinas son llamadas a menudo las “hormonas de la felicidad”, ya que son las encargadas de estimular los centros de placer en el cerebro y ello ocurre gracias a que al liberarse las mismas se comportan de modo semejante a como actúan ciertas drogas opiáceas, como la morfina que tiene la potencia de aliviar el dolor, pero sin los adversos efectos secundarios que producen las drogas sintéticas.

Si queremos liberar endorfinas lo podemos hacer de muchas formas, por ejemplo recurriendo al recuerdo de alguna experiencia agradable de nuestra vida, dando un beso o caricia a las personas que amamos, recibiendo un abrazo, tomando el sol, haciendo ejercicio o practicando virtudes.

¿Qué es una virtud? La etimología de la palabra –virtus- refiere fuerza; varios diccionarios hablan de la disposición constante a hacer el bien, entonces virtud también podríamos entenderle como el hábito operativo de excelencia que te convierte en mejor ser humano.

El ejercicio de las virtudes produce endorfinas mucho más poderosas que las drogas sintéticas, con la ventaja extra de que las producidas naturalmente fortalecen el cerebro en tanto que las que se producen derivadas de las drogas sintéticas lo destruyen; además de que es posible encontrar otros beneficios a nivel endocrino y neurofisiológico.

Científicos han descubierto que quienes se ejercitan en las virtudes liberan tantas endorfinas que se muestran a menudo alegres y optimistas, retardan el proceso de envejecer, cuentan con un analgésico poderoso, fortalecen el sistema inmunológico y por ende tienen menor tendencia a enfermarse.

Las endorfinas tienen mucho que ver con nuestra capacidad de goce y disfrute de la vida y con la forma en la que afrontamos las crisis personales.

Podemos contar con que hay tres tipos de endorfinas según su impacto y duración, a saber tenemos que las de alto impacto y corta duración se asocian a las que se liberan cuando ingerimos sustancias como alcohol o drogas que liberan otras sustancias como la oxitocina, serotonina, etc., que potencialmente vuelven adicto a quien las consume o también las que se liberan de otros satisfactores como comer, comprar, dejarse llevar por la ira o ejercer violencia.

Las de mediano impacto y duración media están asociadas a la práctica del ejercicio físico, los deportes, los pasatiempos, la lectura, las manifestaciones artísticas, etc.

Las de bajo impacto y duración permanente las aporta el ejercicio constante de las virtudes.
¿Cómo hacerlo? Buscando el bien honesto, el bien de la persona de modo que lo que es útil y deleitable vendrá por añadidura.

Lo opuesto es el vicio, tratar al otro como cosa, que es justo lo que vemos hoy ante la violencia, la corrupción, la permisividad, la relatividad de los valores, el aborto, etc.

Hay que tener en cuenta que todo acto virtuoso supone un justo medio y la destreza de educar en las virtudes a los hijos resulta todo un reto para los padres, el único modo de hacerlo es con el ejemplo, pues no se educa con consejos sino con amor y testimonio, es necesario reconocer a los hijos y darles de nuestro tiempo, ello ayuda a producir suficientes endorfinas que les capacitarán para el día de mañana sin tener que recurrir a sustancias o vicios que les aporten satisfactores que sólo pueden hacerles daño.

Si sabemos cómo podemos mantener el nivel de endorfinas que producen “la felicidad” vamos a volvernos profesionales en el ejercicio de las virtudes que tanta falta nos hacen como sociedad.

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