“Estos años”, de Julio Scherer García

El libro, tan relevante ahora como entonces, resulta esclarecedor en cuanto es evidente de que no hemos avanzado en los procesos democráticos de este país.

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Ahora que se avecina la vorágine electoral, me dio por leer un librito titulado “Estos años” (1995), del periodista y editor Julio Scherer García, figura fundamental cuyos años al frente del periódico Excélsior y su línea contestataria provocaron el posterior golpe propinado por la presidencia del insigne Luis Echeverría, lo cual devino en la fundación del semanario Proceso. Rebelde e insumiso, don Julio falleció el 7 de enero del 2015, hace dos años.

El libro es un episodio más de sus memorias y, a manera de notas o estampas personales, nos relata sus impresiones de aquellos años convulsos que comprendieron el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), un periodo negro de la historia reciente de nuestro país, en donde no sólo ocurrió el famoso “apagón” que habría de robarle la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas, sino durante el cual también ocurrió el asesinato del cardenal Posadas, Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, ya al final de su mandato.

Escrito en un estilo personalísimo, “Estos años” es un ejercicio de periodismo narrativo, lo cual hace muy suculentas las anécdotas de aquel que, en su infatigable labor, conoció, trató y se dio el lujo de despreciar a la clase política mexicana a pesar de tantos ofrecimientos de “apoyos”, como se acostumbraba -y se acostumbra- para aceitar los resortes de los medios de comunicación.

Incluso relata cómo Salinas lo frecuentó y buscó su amistad, pero cuando Scherer le mandó un regalo y una nota con motivo de la visita que el expresidente realizara a las oficinas de Proceso, esto fue lo que dijo: “Señor presidente: Los amigos se hacen amigos a partir de afinidades resistentes a los desengaños inevitables en toda relación cercana. Yo estoy en eso”. Nunca recibió respuesta.

Y así, como quien cuenta una historia mientras se toma una copa, don Julio va deslizando datos y nombres hasta no dejar títere con cabeza de los otrora protagonistas de principios de la década de los noventa, años de fraudes, corrupción y debacle económica de la nación mexicana. El libro, tan relevante ahora como entonces, resulta esclarecedor en cuanto es evidente de que no hemos avanzado en los procesos democráticos de este país. Por ello, su lectura este 2018 resulta aleccionadora en cuanto a la ética periodística; pero también funge como profético diagnóstico de los males que nos aquejan hoy día.

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