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Para los que nos dedicamos a la crítica sin cortapisas, en temas artísticos o políticas culturales, es frecuente recibir insultos y maledicencias de los aludidos cuando nuestra opinión no les es favorable. Por ello, no es de extrañar que poco a poco la figura del crítico haya desaparecido a la par de las revistas y suplementos culturales que cultivaban el sano ejercicio de la crítica de arte.

Dado lo anterior, resulta sorprendente que en la Muestra Nacional de Teatro 2018, por segunda ocasión consecutiva, se haya contemplado una Muestra Crítica paralela, un caso inédito en nuestro país, en el cual se tallerean a manera de laboratorio todos los textos emanados de la apreciación y análisis de las obras presentadas durante la MNT. Sin duda un ejemplo excepcional para otras disciplinas, donde ni siquiera se toma en cuenta el aparato crítico necesario para el desarrollo y la madurez de un corpus artístico.

Tales esfuerzos se deben a Ilona Goyeneche, coordinadora cultural de artes escénicas del Goethe-Institut Mexiko, organismo que de la mano con el Instituto Nacional de Bellas Artes patrocina que 5 críticos de todo el país acudan a la magna fiesta teatral -mediante previa selección-, para afinar las herramientas fundamentales para entender, procesar y reinterpretar el teatro a través de los géneros opinativos, siempre emparentados con el ensayo literario. La corrección de estilo estuvo a cargo de Alejandra Serrano, la acuciosa responsable de teatromexicano.com.mx y del anuario de Teatro en los estados.

Ilona y Luz Emilia Aguilar Zinser, experimentada crítica de teatro e investigadora, fueron las editoras y artífices de esta loable iniciativa que rindió frutos en la 39 edición de la MNT celebrada en CDMX a principios de noviembre, ya que la Muestra Crítica pasó de ser un experimento y una actividad más a ser un elemento preponderante e hilo conductor entre obra y obra, pues tanto creadores como programadores y funcionarios del INBA esperaban ávidos la recepción de tal o cual puesta en escena por parte de los críticos.

Al margen de lo anterior, resultaron esenciales la línea editorial y la forma de aproximarse al hecho escénico, donde no se buscaban opiniones negativas o positivas, sino una metodología a caballo entre la descripción, la investigación y la argumentación, con el fin de que la función del crítico fuera menos subjetiva y mucho más razonada, pues, después de todo, su labor dentro del teatro es tan amorosa como la de los propios artistas. Ojalá tenga continuidad esta propuesta…

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