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El español –y todos los idiomas- está lleno de curiosidades, de giros y palabras que nos sorprenden a la vuelta de cada hoja, de cada plática (sobre todo con personas de otras regiones) o inclusive con expresiones que son de uso cotidiano y de las que no sabemos su historia. Este chef se pone hoy en modo jacarandoso para hablar de dos palabras que nos llegan de la Gran Antilla:

Papaya: cuyo nombre científico es Carica papaya, está ampliamente extendida en Yucatán. Aquí hubo especialmente dos especies, la llamada papaya mamey, grande, jugosa y dulce, y la chi’ich put (papaya de pájaros: chi’ich, pájaro, y put, papaya). Traída por don Raúl Monforte Peniche, nos llegó de Cuba la maradol (por María y Adolfo, sus creadores) que desplazó con ventaja a la tradicional en Yucatán, entre otras cosas por su mayor durabilidad en anaquel y su tamaño. La mamey alcanzaba dimensiones enormes. La que hoy se consume en el Estado no es maradol, sino probablemente hawaiana.

En Cuba, el ingenio popular bautizó así al órgano sexual femenino y ante su extendido uso los cubanos, pudorosos como son (ajá), decidieron entonces que ya no sería papaya el vegetal, sino fruta bomba. En Yucatán ambas siguen siendo papaya. Recuerden aquella bomba: “Una anciana se agachó/ a la sombra de un papayo/ y el papayo le gritó/ qué arrugado estás tocayo”.

La papaya, en ambas presentaciones, es muy saludable. La fruta contiene vitaminas, sales minerales y potasa, entre otros nutrientes.

La fruta recibe diversos nombres, según el país. Por ejemplo, en Republica Dominicana y Venezuela es lechosa; en Paraguay y Argentina, mamón; en Canarias, papayo. También se le conoce como olocofón y papayón, melón de árbol y melón papaya. Es originaria de Mesoamérica, pero está distribuida desde México hasta Argentina y Asia. La produce un arbusto de hojas perennifolias (que no se caen como las caducifolias).

Guagua: musical, bella expresión cubana para designar lo que en Yucatán hoy llamamos camión. Según una versión, su origen está en la palabra inglesa waggon (una carreta del viejo oeste). La que propone Francisco Usallán Jorge, veterano diplomático cubano, suena romántica: es una onomatopeya derivada del sonido del claxon de esos vehículos llegados a Cuba a principios del siglo XX: ¡Gua gua! Raúl Vela Sosa, acucioso investigador, sostiene que proviene de Wa & Wa (Washington, Walton and Company Incorporated), primera empresa que exportó esos vehículos a Cuba. En Chile les dicen guagua a los bebés. En Perú es un pan con forma de niño.

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