Trump Uncare

Al homónimo del pato más conocido en el mundo, le gusta más el hacha de la guerra que la pipa de la paz.

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A una semana de la cumbre del G20, se requiere poner especial atención en las reacciones del presidente Trump que, sin duda, ha decidido regresar al escenario. Después de algunas semanas en las que adoptó un perfil bajo, ya era necesario para él retornar a las primeras planas y lo hace, fiel a su estrategia de golpear primero para negociar con ventaja, abordando sardónicamente temas que lastiman el consenso internacional y provocando reacciones generalizadas de rechazo, incluso entre los representantes de su propio partido, por sus insultos tuiteados a una pareja de conductores de un programa de televisión, los últimos días, a fin de hacer cada día más difícil las tareas periodísticas necesarias en la vida democrática de los países modernos.

Si bien estas nuevas ofensas del magnate al sector de la comunicación, que son sólo continuación de los ataques persistentes y constantes a la prensa y la televisión norteamericanas, pueden ser, sin duda, de lo más escandaloso, no siempre son los más dañinos para sus gobernados, como lo que sucedería si los legisladores autorizan una nueva ley de salud que sustituya el “Obama Care” por el “Trump Uncare” que eliminaría, según los expertos, a más de 20 millones de ciudadanos norteamericanos, que no cuentan con los recursos necesarios para ser atendidos, de los servicios, seguros y atención médica.

Otras de sus letales iniciativas de ley es la Reforma Fiscal, con la que buscaría reducir la carga impositiva a los conglomerados, empresarios y ciudadanos más ricos de su país en detrimento de los apoyos sociales que le hacen más llevadera la vida tanto a la clase trabajadora como a la clase media de la Unión Americana, lo que reduciría considerablemente su posibilidad de acceso, por ejemplo, a los créditos para adquirir viviendas.

Y ya específicamente en relación con la cumbre del G20, resulta para los mexicanos motivo de una grave preocupación el anuncio del vecino mandatario de que aprovechará esa asamblea para buscar una reunión con el presidente Enrique Peña Nieto, con el afán, según sus propios y descarados argumentos, de someter a su interlocutor a los intereses que Trump considera de beneficio para los Estados Unidos, ignorando así los principios fundamentales de las relaciones entre los países, que son: el beneficio mutuo, la tolerancia y el respeto; asuntos, por cierto, que no domina aquél.

Como demostró cuando, como preludio a su asistencia a la cumbre de Hamburgo, se declaró muy orgulloso de haber abandonado el acuerdo de París sobre el clima y la reactivación de la muy contaminante producción de carbón en el territorio norteamericano. No cabe duda de que, al homónimo del pato más conocido en el mundo, le gusta más esgrimir el hacha de la guerra que la pipa de la paz.

 

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