Qué tal estimado lector, una vez más es todo un placer dirigirte unas palabras y con los primeros suspiros del 2018 te recuerdo que los propósitos del año nuevo no son simples pensamientos sino compromisos que debes cumplir antes de que concluya el año y para ayudarte a lograrlos te comparto una anécdota, más bien el recuerdo de cuando conocí a Gilberto Tun, un joven del interior del Estado con enormes sueños de crecer y superarse.

El año pasado, Gilberto se levantó como el Premio Nacional de la Juventud en la categoría de compromiso social. Al enterarme de dicho logro investigué un poco más y me puse en contacto con él; al cruzar las primeras palabras me percaté de su sencillez, ya que todo fue una experiencia que estoy seguro lo marcará de por vida.

Cómo no ser merecedor de tal reconocimiento si a sus 26 años es maestro y ha impulsado de gran manera la educación indígena en comunidades del interior del Estado con el objetivo de que nadie se quede sin estudiar y regalando ese extra que a muchos les cuesta trabajo, poniendo su tiempo y conocimientos a disposición de las nuevas generaciones, para que los suyos se superen.

Se que pensarás: “Si es su responsabilidad, es su trabajo”, a lo que te respondo que “sí” es su responsabilidad y trabajo, pero en la época en la que vivimos, en donde urge una inyección de ganas de hacer las cosas bien, Gilberto es ese acicate para que más jóvenes sigan sus pasos y tengamos más personajes destacados que quieran quedarse en sus comunidades para que las calles donde crecieron y en general su pueblo sean mejores.

Sí se puede y Gilberto es el claro ejemplo de sentirse orgullosos de sus raíces. Regresar a su tierra tal vez no los hará millonarios, pero sí les permitirá hacer lo correcto. Tómalo en cuenta: vale más tener lo suficiente pero estar completo que tener todo y sentirse vacío, disfruta que tienes una nueva oportunidad y aprovéchala.

Hasta la próxima.